No digo que no los haya, porque los hay. Pero poquitos, porque creo que abundan más los que prefieren nadar y guardar la ropa. Yo diría que muchos piensan que si dan la cara, se la pueden partir; no quieren complicarse la vida.
Un caso que acaba de darse y que me ha llamado la atención, es el de un juez argentino Luis María Rizzi, que ha escrito una carta al Gobierno de Argentina, negándose a quitar la Cruz ante una campaña nacional destinada al retiro de los símbolos religiosos de las salas de audiencias de los tribunales, invocando la neutralidad religiosa del Estado. La carta dice así:
Doctor Mario Juliano. Presidente de Pensamiento Penal:
Acuso recibo de su nota y de la del doctor Onaindia.
Mi respuesta a vuestra pretensión es la siguiente: no voy a descolgar ninguna Cruz.
Tampoco voy a disponer que otro lo haga.
Porque creo en Dios y porque soy católico. Porque tengo reverencia por la Cruz de Cristo, el inocente crucificado por los hombres y el más inocente de los condenados, que representa además, la fe mayoritaria y la identidad de nuestro pueblo. Porque la Cruz no ofende a nadie, sea o no creyente, ni nadie puede sentirse agredido, inquieto, molesto y menos discriminado por su presencia.
Porque contrariamente a lo que Uds. suponen o creen, la presencia de la Cruz es símbolo de piedad, de consuelo, y de misericordia; es símbolo de que quienes se desempeñan frente a ella, tienen temor de Dios, y por ello mismo, inspiran más confianza en que actuarán de acuerdo a la justicia y a la verdad, con buena voluntad y con la máxima imparcialidad.
Porque finalmente, la libertad religiosa que Uds. dicen pregonar y defender, es precisamente para que quienes quieran hacerlo, cuelguen, lleven o exhiban la Cruz, y no para que nos obliguen a quitarla, ocultarla o disimularla.
Soy consciente no obstante, de que Uds. están embarcados en una triste misión en la que muy probablemente lograrán los fines que los desvelan. Tal vez porque la Cruz es incompatible con este mundo en el que se confunde el bien con el mal, en el que se privilegian supuestos derechos de la mujer a costa del derecho a la vida de los niños; en el que impera la deslealtad, la mentira, la corrupción; en el que ya no interesa la protección de la familia y de la infancia, y se las suponen independientes de la protección del matrimonio.
En fin, la Cruz parece no tener más lugar en una nación desolada, ciega y sorda a las leyes eternas que no son de hoy ni de ayer, que huye de la Verdad y de la Belleza, y que se empeña en ignorar y abandonar a Cristo. Pero Cristo no nos abandonará, aún cuando repudien y quiten su Cruz.
Pueden hacer pública esta respuesta, cuando quieran y ante quien quieran. Saludo a Uds. muy atentamente.
Luis María Rizzi.
¿No creen Uds. que desde las alturas hasta las bajuras nos hacen falta cristianos de una pieza? De verdad que a veces siento vergüenza al ver tantos intereses creados en muchos que dicen ser cristianos, pero se portan igual que los que dicen no serlo.
José Gea