Lerma,21 de septiembre
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LOS CIMIENTOS
¡Qué maravillosa construcción ha hecho Dios en cada uno de nosotros! Ninguna tecnología podrá jamás igualar la armonía de nuestro propio cuerpo. Ya nos lo decía un monje de Silos que vino a darnos un retiro: “El hombre tiene tantísimas posibilidades que no llega a desarrollar ni enterarse…” y la verdad es que, según vas viviendo, te das cuenta de la armonía peculiar que tiene tu propio cuerpo.
Hoy he vuelto a comprobar el detalle de mis pies pequeños. Sí, para mi altura, tengo los pies pequeños. Durante mucho tiempo he observado que, casi siempre que estoy de pie, necesito apoyarme (en la pared, en una mesa...) y lo hago inconscientemente. O, por ejemplo, cuando cantamos en el coro, tengo que echar adelante uno de los pies para mantener el equilibrio en las inclinaciones del Gloria, como temiendo que me venciera el peso y me cayera hacia delante... ¿os imagináis? A veces me da por pensar en la estética y la compostura: lo bonito que hacen los dos pies juntitos al mirar al suelo… pero esta realidad me ha ayudado a comprender muchas cosas de la armonía a través de la debilidad y las diferencias:
El detalle de mis pies me hizo descubrir la importancia de los cimientos para mantener un edificio. El salmo nos dice: “Cuando fallan los cimientos, ¿qué podrá hacer el hombre?” y, como respuesta del Señor: “Cimentados, apuntalados en la Roca que es Cristo”. ¡¡Ya está!! Puedo sentir la inseguridad, puedo tener mis recursos más o menos conscientes para superarla, pero, sobre todo, tengo a Cristo que es mi Roca firme, mi Cimiento sólido. Si me afianzo en Él, además de sostenerme y darme equilibrio, recoge y absorbe todas mis debilidades e impotencias que convierte, por su Misericordia, en componente solidificante como base de la gratuidad.
Dios, a cada uno, con nuestras características, nos ha regalado a Cristo. Jesucristo te hace vivir en plenitud, pero siempre de Su mano. Por eso, si tengo un 36 de pie, no me pondré unos zapatos del 40, pues no sabría andar con ellos; sino que me agarraré a Cristo... ¡para que me enseñe a caminar como corresponde a los pies que me ha regalado!
El reto de hoy es que te quieras como eres, para que en la construcción del Reino de Dios seas el cimiento oportuno que Cristo ha pensado a través de ti.
VIVE DE CRSITO
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