El 16 de septiembre el Papa ha dedicado su última catequesis al ciclo de la familia. Han sido catequesis sencillas en su forma pero con muchos detalles significativos en su contenido.
Dos acontecimientos marcarán los próximos días la importancia de la familia. El Encuentro Mundial de la Familia en Filadelfia y el Sínodo de los Obispos en Roma.
En medio de una civilización marcada por la tecnocracia económica y por subordinación de la ética a la lógica del beneficio, la familia cristiana es un recurso magnífico de contención. “En este escenario, una nueva alianza del hombre y la mujer se convierte, no solo en necesaria, sino también en estratégica para que los pueblos puedan emanciparse de la colonización del dinero. ¡Esta alianza debe volver a orientar la política, la economía y la convivencia civil! Esta decide la habitabilidad de la tierra, la transmisión del sentimiento de la vida, los lazos de la memoria y de la esperanza.
De esta alianza, la comunidad conyugal-familiar del hombre y la mujer es la consecuencia generativa, el
La familia es la base para defendernos de la tiranía del dinero o de las colonizaciones ideológicas que amenazan al mundo. El designio de Dios se expresa en creación y salvación; no hay otro querer divino. “Es por la salvación de las criaturas –de toda criatura por lo que Dios se ha hecho hombre:
A pesar de todo no estamos maldecidos ni abandonados. “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el tuyo.” (Gn 3, 15ª) Son palabras que Dios dirige a la serpiente engañosa, encantadora. Mediante estas palabras Dios marca a la mujer con una barrera protectora contra el mal, a la cual puede recurrir –si quiere-para cada generación. ¡Quiere decir que la mujer lleva una secreta y especial bendición, para defender su criatura del Maligno! Como la mujer del Apocalipsis, que corre a esconder al hijo del dragón. Y Dios la protege (Ap 12, 6)
¡Pensad que profundidad se abre aquí! Existen muchos estereotipos, a veces incluso ofensivos, sobre la mujer tentadora que inspira el mal. ¡Sin embargo hay espacio para una teología de la mujer que esté a la altura de esta bendición de Dios para ella y para la generación”.
Dios no quiere que vivamos desnudos y abandonados. “El lenguaje simbólico de la Biblia nos dice que antes de alejarles del jardín del Edén, Dios hizo al hombre y a la mujer túnicas de pieles y les vistió (Gn 3, 21) Este gesto de ternura significa que también en las dolorosas consecuencias de nuestro pecado, Dios no quiere que permanezcamos desnudos y abandonados a nuestro destino de pecadores. Esta ternura divina, este cuidado hacia nosotros, lo vemos encarnado en Jesús de Nazaret, Hijo de Dios”.
El Papa invita a desarrollar este proyecto a todas las personas y familias de la tierra. Ni importa el lugar o las condiciones en que llegue. “Será nuestro hermano y hermana sin hacer proselitismo. Caminemos juntos bajo esta bendición y bajo este fin de Dios de hacernos a todos hermanos en la ida en un mundo que va adelante y nace precisamente de la familia, de la unión del hombre y la mujer”.