[Peregrinación con la Virgen de Franqueira, 1984]

En 1900 se pudo lucrar el Jubileo en tres santuarios de la diócesis –Guayente al Norte, Torreciudad en medio y El Pueyo, al Sur, cerca de Barbastro-. Se mantenía la devoción a Nuestra Señora de Torreciudad, como abogada del mal de alferecía –enfermedades neurológicas-, gracias también a la existencia de una Cofradía, que dio sus últimas bocanadas a comienzos del siglo XX. Como tantas y tantas ermitas de la diócesis e iglesias de pueblos que perdieron población o se abandonaron en la segunda mitad de siglo y en el actual milenio.

[Peregrinación de 1900]

No sucedió así con la ermita-santuario de Torreciudad, debido a la devoción que le tenían los padres de san Josemaría –fundador del Opus Dei- que lo ofrecieron a la Virgen en acción de gracias por su curación inesperada en la primavera de 1905. Este sentido de acción de gracias y contribuir a la evangelización –o reevangelización- de la sociedad en España y en el mundo llevó a san Josemaría a impulsar la construcción de un nuevo santuario a partir del año 1956.

Deseo destacar tres cosas que resumen lo que pienso sobre este santuario, después de haber trabajado en él 23 años, escrito numerosos artículos y libros, lo mismo que sobre la diócesis de Barbastro-Monzón y sus mártires: la libertad, la verdad y la alegría.

[Romería a pie. Parada en Costeán, 2007]

La libertad de los hijos de Dios, que tanto predicó san Josemaría, se vio en cómo se sacó adelante esta iniciativa del nuevo santuario, gracias al esfuerzo continuado de miles de personas –también de mi suegro, cuñados y sus amigos, de mis padres y amigos-. Libremente colaboraron, libremente difundieron la información, libremente formaron parte de un Patronato, contribuyeron como voluntarios –yo mismo desde que fui universitario dediqué muchos fines de semana a ayudar-, delegados del Patronato o trabajadores, a su mantenimiento. Libremente llegaron las peregrinaciones, de parroquias diocesanas, órdenes y congregaciones religiosas, Movimientos, colegios, agencias de turismo. Libremente vinieron varios centenares de obispos –y arzobispos, cardenales, nuncios apostólicos- de todo el mundo, para ordenaciones diaconales o sacerdotales, encuentros varios –Jornada de la Juventud, del Medio Rural, Jornada Mariana de la Familia- o con peregrinaciones diocesanas. Todos los años vienen seminaristas a hacer sus prácticas en un santuario que ofrece muchas posibilidades –entre las que no son lo de menos el que al proceder de todo el mundo, pueden atender a muchos de los grupos que vienen en su propio idioma-. Libremente, muchas personas vienen a veranear en el entorno del santuario; a participar en actividades deportivas, de estudio o de lo que sea, y gustan de subir al santuario en algún momento. Entre ellos varios miles de jóvenes.

[Peregrinación con la Virgen de Montserrat, 1984]

La verdad. Resulta obvio que muchas de las personas que vienen al santuario lo hacen porque buscan un lugar donde poder confesarse, donde poder hacer las preguntas esenciales de la vida, donde encararse con Dios ante una vida que va pasando… Esto sucede en muchos sitios, también en este santuario. Buscan fidelidad a la Iglesia Católica, seguridad doctrinal, cuidado en la liturgia. Y muchos encuentran lo que estaban buscando.

A nadie se le pregunta cuál es su espiritualidad; pero resulta evidente que muchos de los que suben al santuario, desde los cinco continentes, tienen vinculación con los apostolados del Opus Dei.

Por último, la alegría. El marco paisajístico es precioso; pero antes hubo que comprar el terreno circundante, abancalarlo y plantar arbolado. Y después cuidarlo. Se respira paz en el ambiente, porque se han puesto los medios oportunos para ello. Además, es un lugar de encuentro de muchas personas, de fiesta fuera del templo, de alegría desbordante. Se fue pionero en la Jornada Mariana de la Familia y se ha hecho mucho bien. Se hacen numerosas romerías a pie, en bicicleta o en moto –cada uno hace lo que quiere-. La carrera más larga de España tiene lugar desde Tajamar –Madrid- a Torreciudad.

¿Qué decir de la Jornada de los Pueblos de América? Es una gozada participar en ella. O en la peregrinación de la Virgen del Quinche, de Ecuador, con cientos o miles de personas que desean además que se les bendiga el automóvil…Y así decenas de peregrinaciones y otras muchas actividades.

[Jueves Santo. Cofradía Virgen de la Piedad de Monzón]

En todas ellas, la alegría. Y en muchos de los que vienen como turistas, la cara –reflejo del alma- no es la misma cuando llegan que cuando se marchan.

Yo he ido muchas veces al santuario de Lourdes como peregrino. Con jóvenes, con adultos, con mi familia, solo. Después de cuarenta años, he prestado atención a que formaba parte de la diócesis de Tarbes. Esto debe de ser muy importante, pero a la inmensa mayoría de las personas que asistíamos a las peregrinaciones, a la misa en la gruta, al viacrucis, a la adoración eucarística, tampoco nos importaba mucho. Íbamos a rezar, íbamos a pasar unos días de convivencia y fraternidad, a conocer otros lugares y otras personas magníficas que se dan cita allí.

Lo mismo que en el santuario de Torreciudad.

Deseo finalizar estos artículos sobre el santuario de Torreciudad agradeciendo a don Jorge López Teulón de todo corazón, la amabilidad de haberlos acogido en su blog. También deseo agradecérselo al director de Religión en Libertad, que tan alto mantiene la bandera en estos momentos de tribulación y prueba.

[Orfeón Donostiarra, año 2000]

Nuestra Señora de Torreciudad, abogada de las enfermedades neurológicas, ruega por nosotros y por esta diócesis de Barbastro-Monzón.