Va por adelantada una clarificación que despeje cualquier duda: no comulgo con la política migratoria de Donald Trump y sus comentarios acerca de los latinos, especialmente de los mexicanos, me parecen racistas y tremendamente injustos. De cara a las próximas elecciones en los Estados Unidos, en asuntos migratorios, estamos frente a un verdadero problema de magnitudes fatales en caso de que Trump llegue a la presidencia de la Unión Americana.
Dicho eso, confieso que también yo he visto la parte seleccionada del video donde la seguridad de Donal Trump hace su trabajo: echa fuera de la conferencia de prensa a Jorge Ramos en virtud de que este ha tomado la palabra sin que se la den (por cierto, no alcanzo a ver ni a oír en el video que el señor Trump pida que expulsen a Ramos).
Como digo, el video inicial al que me refiero está editado. No se ve, por ejemplo, que antes otra persona estaba preguntando y que había más periodistas esperando turno, con la mano alzada. Jorge Ramos se levanta sin más. Hay un segundo video, también editado, donde uno de los guardias de seguridad hace comentarios xenófobos a Jorge, ya fuera de la sala donde se efectuaba la rueda de prensa. Naturalmente no nos alegramos con eso y más bien los reprobamos. Sin embargo, resulta extraño seleccionar momentos que lo único que hacen es crispar más los ánimos y dejar bien presentada a la persona que no ha hecho mucho esfuerzo en confrontar-retar a Trump.
Si de Donald Trump se exige respeto no menor respeto se debe pedir a quien en el ejercicio de su profesión debe seguir las elementales reglas de comportamiento en ruedas de prensa: y una de ellas es esperar a que te den la palabra y no robarla para armar un espectáculo.
Dos cosas más para terminar: al final Jorge Ramos volvió a la sala de prensa e hizo sus preguntas. Me resulta más interesante esta parte del todo que los momentos seleccionados para presentar a Jorge como adalid de la causa migratoria. Interesantes porque más que rueda de prensa parece debate, se precisan algunos puntos y queda de manifiesto la capacidad retórica de Trump (no que lo que diga esté muy bien siempre sino que sabe no quedarse callado y hasta lo hace con cierta ironía que a veces raya en lo gracioso).
Y segundo: viendo esa «valentía» del presentador de Univisión resulta bastante extraño que, al menos hasta mediados de agosto de 2015, esa valentía no tuviera aplicación respecto a otra gran injusticia: ninguno de los programas en los que interviene Ramos ha dado cobertura a la información acerca de los bebés asesinados en el vientre de sus madres por la multinacional del aborto Planned Parenthood y cuyas partes son después comercializadas.
Como recoge Hazte Sentir, la hija de Ramos, Paola, trabaja en la campaña rumbo a la presidencia de Estados Unidos de Hillary Clinton, quien, casualmente, es del Partido Demócrata, es decir, la rival de Trump y por ende del Partido Republicano. Curiosamente –casualidades de la vida– en la campaña de Hillary Clinton también está, como compañera de batallas de Paola Ramos, Lily Adams, hija de Cecile Richards, presidenta de Planned Parenthood.
Qué chico es el mundo y qué selectivas las causas. Es entre migrantes latinos y entre la población de raza negra en Estados Unidos donde se da el mayor número de asesinatos legales en el vientre materno. No sirve de mucho oponerse sólo a Trump cuando se omite dar voz a otros que también la necesitan y que están siendo, de otra manera, también discriminados. Sólo que en este último caso no se trata de una expulsión de un país sino del mundo.