Queridos amigos: Acabo de leer en Religión Digital la manifestación que habéis hecho con respecto a la comunión de los divorciados vueltos a casar y la verdad, me extrañan las cosas que decís y también me extraña que no digáis algunas que no decís.
No veo en todo el escrito ninguna alusión a la fuerza de la oración ni de la penitencia ni de la eucaristía aparte de vuestra opinión de que deberían recibirla los divorciados vueltos a casar. De verdad que me ha extrañado vuestra actitud.
Estamos muy de acuerdo en que no están excomulgados, en que puedan actuar como miembros de la Iglesia, que lo son, en que pueden colaborar en la evangelización, en Cáritas, en mil cosas, pero ¿cómo podéis imaginar que el Papa pueda cambiar la fe de la Iglesia en algo tan sustancial como es la situación de estado de gracia para poder comulgar? No lo cambiará, no os preocupéis, digan lo que digan algunos cardenales, obispos y sacerdotes que están en línea con vuestra teoría.
De corazón os digo sed sensatos y manteneos siempre dentro de la fe de la Iglesia. Pero si hasta los niños de Primera Comunión saben que no se puede comulgar en pecado mortal, ¿cómo se os ocurre pedir que el Papa autorice a comulgar a quienes están conviviendo con quien no es su esposo o esposa? No creo que se os ocurra decir que también los homosexuales que conviven entre sí, puedan comulgar.
Sois 20 los que la habéis firmado ese manifiesto, de los cuales conozco cinco, y al menos dos de ellos están secularizados. Yo no sé por qué se han secularizado, ni tampoco por qué habéis firmado esa carta, ni tampoco por qué no habéis invitado a firmarla a extraordinarios teólogos que tenemos en España, no diría que son de más altura que vosotros, pero, por lo menos, de la misma.
Matizáis, asimismo, que la Iglesia, según los Evangelios, debe huir de imponer yugos, porque éste es "uno de los peores pecados que puede cometer la Iglesia". Pero el yugo de Jesús es suave y su carga ligera. Lo dice Él mismo, sin embargo, la suavidad y la carga son ligeros y suaves cuando se está viviendo en serio la intimidad y la amistad con Jesús. Y os repito que no veo en vuestro escrito ninguna alusión ni a la oración ni a la eficacia de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, pero recibidos dignamente. ¿No creéis que es por ahí por donde hay que encontrar soluciones?
Algo también que me ha llamado la atención es que el redactor de la noticia dice: “Matizan, asimismo, que la Iglesia, según los Evangelios, debe huir de imponer yugos, porque éste es "uno de los peores pecados que puede cometer la Iglesia". En ese sentido reconocen los firmantes que "es muy discutible que personas célibes puedan comprender lo que significa convivir cada día íntima y pacíficamente con otra persona con la que no hay la más mínima sintonía. Como es discutible que personas célibes pudieran abstenerse de mantener relaciones sexuales con una persona con la que se convive día y noche y a la que se ama". El poner esta última frase entre comillas significa que sois vosotros los que lo decís.
Pregunto: ¿Cómo que es discutible? Si es que lo afirmáis, afirmadlo claramente y quizá os encontréis en el juzgado con una denuncia por calumnia. ¿Sois conscientes de lo que habéis dicho si es verdad lo que dice el redactor que habéis dicho? De verdad, ¿sois conscientes?
En última instancia creo que olvidáis la fuerza de la gracia de Dios tanto en vuestro caso como en el de todos los cristianos. Nosotros todos somos incapaces de hacer por nosotros mismos cualquier obra buena, ni siquiera pronunciar con fruto el nombre de Jesús. Recordad aquello de “Nadie puede decir: « ¡Jesús es Señor! » sino con el Espíritu Santo" (1Cor. 12, 3).
José Gea