La sociedad en que vivimos es sorprendente. Modas, tendencias, influencias cambian a gran velocidad. Uno de los temas que parece que vuelve de nuevo es el aparente enfrentamiento entre Fe y razón. Hablo de "aparente" porque no existe tal enfrentamiento más allá de apariencias e ideologías. Una ideología plantea que la fe es emocional y se dedica a maltratar a la razón. Otra ideología habla de la preponderancia de la razón sobre la fe, despreciando que exista cualquier tipo de certeza más allá de lo medible de forma analítica. En mitad de ambas, hay decenas o centenas, de puntos medios que se venden como caminos absolutos que tenemos que seguir.
 
Intentemos no guiarnos por estas tendencias y contratendencias. Respetemos lo que cada cual defiende, pero sin que ello nos impida valorar y discernir lo que cada uno vende como verdadero. 
 
Jesús también dijo a la gente: Cuando ustedes ven que las nubes se levantan por occidente, dicen que va a llover, y así sucede. Y cuando el viento sopla del sur, dicen que va a hacer calor, y lo hace. ¡Hipócritas! Si saben interpretar tan bien el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es que no saben interpretar el tiempo en que viven? (Lc 12,54-56)
 
Cristo señala el problema que hay detrás de todo enfrentamiento que nos aleja y separa: la hipocresía. ¿Qué es ser hipócrita? Lo somos cuando fingimos saber aquello que desconocemos y lo hacemos expresando sentimientos, opiniones o valores contrarios a los que defendemos. En el fondo buscamos esconder intenciones, personalidad o simplemente, ignorancia.
 
Tanto la Fe como la razón son insondables. No se puede llegar al fondo en ninguno de ellas. Nos afanamos por definir medias verdades, que terminan cambiando con el tiempo o los intereses que tenemos. Benedicto XVi nos decía:
 
El conocimiento de la fe, además, no está contra la recta razón. El beato Juan Pablo II, en efecto, en la encíclica Fides et ratio sintetiza: «La razón del hombre no queda anulada ni se envilece dando su asentimiento a los contenidos de la fe, que en todo caso se alcanzan mediante una opción libre y consciente» (n. 43). En el irresistible deseo de Verdad, sólo una relación armónica entre fe y razón es el camino justo que conduce a Dios y al pleno cumplimiento de sí. (Benedicto XVI, Audiencia general, 21 de noviembre de 2012)
 
¿Qué nos dice Benedicto XVI? Nos habla de una relación de armonía entre Fe y razón. ¿Qué tipo de armonía? Aquella que hace que ambas brillen señalando a Dios, de forma que nos permitan caminar en el duro sendero de nuestra vida. ¿Qué ejemplo podemos poner para ver esta armonía? Tenemos a los Sabios de Oriente. Sabios que escudriñaban el cielo buscando señales de Dios y conocimiento de la creación. Por medio de estos estudios descubren un mensaje maravilloso: nacerá Dios en la tierra. Pero tendrían que seguir una señal, un signo en el cielo. Una estrella se desplazaría para guiarlos. ¿Quién no temería ir detrás de una estrella? 
 
Los Sabios de Oriente miran al cielo analíticamente, pero además, tenían fe en lo que Dios escribe en la creación. Fe y razón, unidas en armonía, llevaron a los Sabios hasta el lugar donde adorar al Niño Dios.
 
Las personas  que no se conforman con la realidad existente ni sofocan la inquietud del corazón, esa inquietud que  remite al hombre a algo más grande y lo impulsa a emprender un camino interior como los Magos de  Oriente que buscan a Jesús, la estrella que muestra el camino hacia la verdad, hacia el amor, hacia Dios.  Son personas con una sensibilidad interior que les permite oír y ver las señales sutiles que Dios envía al  mundo y que así quebrantan la dictadura de lo acostumbrado (Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo a la  Transfiguración. JROC, VI)
 
Benedicto XVI nos da una pista muy interesante en este párrafo: "quebrantar la dictadura de lo acostumbrado". La dictadura de la costumbre irracional que nos encarcela en lo bien visto, lo que se valora, lo inmanente, lo cotidiano. Esta dictadura nos impide ver más allá de un "ombligo" repleto de intereses humanos. Como es lógico, hay muchos lobbies que aprovechan esta ceguera hacia lo trascendente para reducirnos a simples herramientas de sus planes. Podemos ver el comportamiento de Herodes ante los Sabios de Oriente. Intentó aprovecharse de su conocimiento y su Fe, para sus planes y aspìraciones.
 
Hoy en día sucede lo mismo. Hay muchas instancias, personas o estructuras sociales, que intentan utilizarnos a su conveniencia. Nos inducen a enfrentarnos para desesperarnos. Intentan que perdamos de vista el Horizonte (que es Cristo), para que nos fijemos en ideologías que se basan en estéticas, formas o costumbres. Los Sabios de Oriente recibieron un mensaje de Dios y cambiaron el camino de vuelta para no tener que enfrentarse a Herodes. ¿No es eso lo que el Señor nos pide que hagamos? Es todo un desafío. Un desafío que nos dará paz de corazón y nos vacunará contra el enfrentamiento y la discordia.
 
La Verdad preserva y expresa la fuerza liberadora de la caridad en los acontecimientos siempre nuevos de la historia. Es al mismo tiempo Verdad de la fe y de la razón, en la distinción y la sinergia a la vez de los dos ámbitos cognitivos. (Benedicto XVI. Caritas in Veritate. Nº 5)
 
Caridad, que difícilmente puede estar presente cuando la esperanza desaparece. Sin Caridad y esperanza, la fe termina por diluirse en lo cotidiano.  Caridad que nos permite ver la imagen de Dios en el prójimo. Caridad que hace el milagro de mostrarnos la huella de Dios antes que la distorsión del pecado. La sociedad del siglo XXI necesita Caridad que parte de la Fe y de la razón, en armonía y analogía. Procuremos no caer en la trampa del enfrentamiento dentro de la propia Iglesia, porque nada vamos a conseguir con ello. Mejor tomemos otro camino antes que hacernos daño mutuamente por estéticas, formas o intereses humanos.