No voy a descubrir a nadie, a estas alturas, a Scott Hahn. Pero sí quiero compartir con quienes lean este post una reflexión de Scott Hahn que me ha llamado la atención, me ha dado que pensar e incluso me ha provocado una sonrisa (porque Dios tiene unas salidas tan únicas y desconcertantes que no puedes hacer otra cosa que sonreír mientras piensas en cómo aquello de que humilla a los sabios de este mundo es una realidad que se constata continuamente).
Escribe Hahn en Lo primero es el Amor que, ya que los antiguos judíos no habían conseguido cumplir el nivel mínimo exigido por la antigua Ley, “cabría esperar que Jesús exigiera mucho menos con la nueva, que plantease una alianza que fuera más fácil de guardar”.
Muy humano y lo que hacemos constantemente: establecemos una norma a nuestros hijos (no ver la tele entre semana), son incapaces de cumplirla y los pillamos continuamente desobedeciendo, a continuación suavizamos la norma, a ver si la cosa funciona (por ejemplo, permitimos ver la tele pero sólo durante un tiempo establecido o unos días concretos). Ni se nos ocurre endurecer la norma: si ya no eran capaces de cumplirla antes, menos aún si les exigimos más, deducimos con lógica humana.
Vuelvo a Scott Hahn: “Sin embargo, nada podría estar más lejos de la verdad de lo que Él propuso. En efecto, no negó ninguno de los preceptos de la vieja Ley. Al contrario, pidió a sus oyentes un nivel aún más alto. Fue más allá de la antigua ley, no contra ella.
«Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás; y el que matare será reo de juicio”. Pero yo os digo que todo el que se irrita contra su hermano será reo de juicio; el que le insultare será reo ante el Sanedrín y el que le dijere “loco” será reo de la gehena del fuego» (Mt 5, 21-22).
¡Es increíble! Con relación a los pecados, Dios ya no se limitaba a decir: «No hagas eso». Ahora, en Cristo, estaba diciendo: «Ni siquiera lo pienses». Es especialmente llamativo si consideras el historial del pueblo de la alianza de Dios. Lo habían pasado bastante mal intentando no cometer transgresiones. Ahora venía Jesús y les proponía pasar de la simple dificultad a lo claramente imposible.”
Parece claro que la lógica de Dios es diferente de la lógica del mundo. Básicamente porque nunca nos manda algo que no podamos cumplir… con ayuda de su gracia. Y es que el elemento que hace que esta ecuación, supuestamente imposible, tenga solución es la gracia de Dios, que en su misericordia nos da abundantemente.
Haríamos bien en tomar nota. Sin la gracia nada es posible. Los cálculos de Dios no son los nuestros. Pretender rebajar lo que supone la vida del cristiano con motivaciones supuestamente comprensivas para con la debilidad humana es seguir la lógica del mundo, no la de Dios.