Uno de los detalles que merece ser notado en el lenguaje que usa el Papa con la Renovación carismática es que no se anda con medias tintas. Lo que no procede del Espíritu procede del Maligno. Él sabe que, a ciertos niveles de vida cristiana, entre el Espíritu Santo y el Maligno hay otras realidades, por ejemplo la carne, el mundo, el hombre viejo y sobre todo el pecado. Entre Dios y el Maligno siempre está el pecado del hombre. Pues bien, para el Papa en la Renovación no existe ese intermedio. En la Renovación no existen esas instancias intermedias: lo que no es del Espíritu Santo es del Maligno.

            Eso quiere decir que aquí la lucha es entre Dios y el Maligno. Este utiliza a hombres con debilidades y pecados pero, como dice San Pablo, el tema es de dimensiones superiores. En la vida espiritual cuanta mayor sea la calidad más intermediarios son eliminados. Cuando una obra es del Espíritu Santo más atacada es por el maligno. La mayoría de nosotros apenas tenemos experiencia del Demonio pero los grandes santos si la suelen tener. Se nota que al Papa le duele en el alma que una obra tan santa como la Renovación sea de alguna manera utilizada o manipulada por sus propios miembros movidos por el espíritu del mal.

            Al menos tres veces habla así en el discurso comentado, del 3 de Julio en Roma. Dice: Si la Renovación, esta corriente de gracia, no termina en el océano de Dios, en el amor de Dios, trabaja para sí misma. Y esto no es de Jesucristo, esto es del maligno, del padre de la mentira. Más adelante refiriéndose a los servidores comenta: Existe, hermanos y hermanas, una gran tentación para el líder. Lo repito, prefiero el término servidor, sirven, y esta tentación para los servidores viene del demonio. Es la tentación de creerse indispensables, cualquiera sea el cargo. El demonio los lleva a querer ser quienes mandan, quienes están en el centro. Finalmente, hablando de lo que él llama ecumenismo de la sangre, proclama que los que mueren por Cristo actualmente no siempre son católicos sino también coptos, protestantes o de otras denominaciones cristianas. De su martirio dice: Quienes odian a Jesucristo, guiados por el maligno, no se equivocan. Es decir, los que persiguen a Cristo esté donde esté no se equivocan porque van guiados por el maligno. Estas expresiones  quieren decir que el Papa siente vivo el actuar del demonio en estos tiempos.  

         Si la lucha dentro de la Renovación es como piensa el Papa y el demonio tiene tanta licencia para actuar, podemos sospechar que el tema de la unidad del que estamos tratando no va a ser nada fácil. Confiamos en el Espíritu Santo, claro que confiamos, pero el maligno no se va a quedar quieto. Con lo cual podemos sospechar que van a producirse duras tensiones. Pienso que el problema puede venir ahora no de una Renovación contra la otra sino en el interior de cada una de ellas. Personalmente tengo pruebas de que no se va a aceptar tan fácilmente el deseo de unidad que creemos del Espíritu Santo.

         Nadie debe de escandalizarse. Al contrario, debemos de pensar que la calidad espiritual de la Renovación es muy grande y debe de ser baqueteada duramente. San Pablo nos dice que: es necesario que haya entre vosotros conflictos y disensiones para que se aquilate lo que es auténtico (1Co 11, 1719). Lo que nos interesa, por encima de todo, es que la Renovación carismática a la que se le ha concedido atraer la atención del demonio, no pierda nunca el don que se le ha otorgado ni deje de conectar de nuevo con las fuentes de la Revelación. Su vocación es profética y sólo si seguimos adelante descubriremos todo lo que el Señor nos ha confiado. No es fácil ser distinto ni ser fermento pero estamos llamados a eso.

            Es maravilloso que no tengamos que defendernos a nosotros mismos sino que sea el Papa el que nos llame la atención. Ninguno de nosotros se atrevería a acusar a otro o a otro grupo de ser utilizado por el demonio pero cuando es el mismo Papa, con la máxima gracia de estado, el que nos pone en guardia debemos de precavernos. No luchamos contra la carne y la sangre sino contra poderes superiores. Pero también es un motivo de mucho ánimo porque si el demonio lucha contra nosotros es que la obra no es nuestra sino del Espíritu Santo al que nadie podrá jamás vencer. Lo que se nos pide es ser sinceros y examinarnos cada poco para ver si lo que hacemos procede de nosotros o del Espíritu de la verdad. Si no procede de él o no está claro, ya sabemos quién es su padre.

           

Chus Villarroel O P