Esta técnica tiene mucho que ver con el marketing, que busca crear la necesidad y después ofertar lo que la sacia. El problema es que las masas han sido educadas para desconfiar y alejarse del Mensaje Cristiano. Resultado: parece que cada vez somos menos y con más edad promedio.
A los jóvenes se les educa en abundancia y la autosuficiencia. ¿Por qué tendrían que buscar respuestas a los problemas que le hemos enseñado a ignorar?
Mateo da más explicaciones (que Marcos) sobre la manera con que Jesús se apiada de la multitud, cuando dice: “...Jesús sintió compasión de ellos y curó a los enfermos que traían.” (Mt 14,14) Porque apiadarse de los pobres y de los que andan como ovejas sin pastor, es precisamente abrirles el camino de la verdad instruyéndolos y hacer desaparecer sus enfermedades cuidando de ellos. Pero también dándoles de comer cuando tienen hambre y animarlos a alabar la generosidad de Dios. Esto es lo que Jesús hizo...
También puso a prueba la fe de la multitud, y una vez probada, les dio una recompensa adecuada. En efecto, los condujo a un lugar apartado para ver si la gente tenía interés auténtico en seguirlo. Y ellos lo siguieron, deprisa se fueron al desierto, no montados en asnos o mulos ni en vehículos, sino a pie. Así mostraron, con su esfuerzo personal, el gran ansia que tenían de ser curados.
En recompensa, Jesús acogió a la gente fatigada. Como salvador y médico lleno de poder y de bondad, instruía a los ignorantes, curaba a los enfermos y alimentaba a los hambrientos, manifestando así su alegría por el amor a sus fieles. (San Beda el Venerable. Comentario sobre el evangelio de Marcos, 2)
Como dice Beda el Venerable, Cristo puso a prueba a la multitud. Los hizo cansarse e incluso sufrir un poco. Pensemos en los enfermos que no siguieron a Cristo o las personas que desesperaron de tantos pasos y se volvieron a casa. Hoy en día esto nos parece terrible, pero fue lo que hizo Cristo.
Pensemos que esta actitud es la misma que la que se indica en varias parábolas, como en el caso del Banquete de Bodas o las Vírgenes sabias y necias. Quien no está preparado o no tiene las cosas claras, queda detrás.
¿Dónde podríamos encontrar a Cristo mejor que en el cansancio, la impotencia y la desesperación? Cuando estamos más necesitados del Agua que quita la sed para siempre, es cuando estamos dispuestos a escuchar a Cristo, como la Samaritana en el Pozo de Jacob, como la Hemorroisa, como el Ciego de la Piscina de Siloe, como tantas veces que fueron a buscar a Cristo para implorarle misericordia. El siempre concede la misericordia a quien se acerca con humildad. Es justo que la conceda, porque la ha prometido y es justo que espere a que necesitemos de ella.
Creo que la Iglesia a veces confunde la pastoral de afianzamiento con la evangelización. Los grandes actos y los personajes famosos sirven para la pastoral interna. La evangelización parte de la espera paciente; el acogimiento de quien necesita una palabra de ánimo y comprensión.