Una vez leída y releída la entrevista que hoy publica el diario Público con el profesor D. Gregorio Peces-Barba, que lleva como titular "La iglesia no cree ni en la democracia ni en la libertad", se hace necesario por enésima vez volver a dar réplica a la mentira y la falsedad de lo que allí se declara. Si se repiten hasta la saciedad las mismas mentiras, no debe haber cansancio para seguir denunciándolas.
La primera muletilla es una media verdad no por ya oída menos dañina: "la Iglesia fue partidaria de los vencedores en la Guerra Civil y tomó partido". Pues no, Don Gregorio, no, y usted sabe perfectamente que eso no es del todo cierto. La Iglesia soportó una de las peores persecuciones del siglo XX en tiempos de la Segunda República. Usted no puede negar ninguna de las matanzas y masacres de clérigos, monjas, religiosos contemplativos y fieles laicos que están perfectamente documentadas.
La Iglesia no fue partidaria de nada ni tomó ningún partido. Aunque no le guste, la Iglesia se mantuvo al lado de la legalidad establecida, que prohibía completamente ese tipo de masacres y todas las ilegalidades cometidas por el Frente Popular y los partidos que lo conformaron. ¿O quizás pretende usted que la Iglesia debería haber apoyado, ofreciéndose graciosamente en sacrificio, a esos mismos que la estaban exterminando?. Y tras producirse el alzamiento, la Iglesia, como cualquier ser humano, quedó al lado de los que simplemente no tenían ningún interés en masacrarla. No parece que lo que usted afirma tenga mucho que ver con el sano juicio. No sabemos lo que habría hecho usted, quizás habría corrido alegre para lanzarse en brazos de sus verdugos.
Y lo que no es de recibo es que usted continúe transmitiendo a las jóvenes generaciones que por suerte no han conocido ni por referencias nada de esas dos Españas cainitas, unos estereotipos falsos que no hacen sino alimentar y perpetuar el odio, la división y el enfrentamiento. Y eso hace usted cuando a continuación declara que "la Iglesia tiene muy débiles concepciones democráticas y estaba muy bien con el franquismo".
Otra frasecita ya vieja de las de uso común entre ustedes, los de Rodiezmo. Si consideramos que el gobierno del Frente Popular de 1936 no fue un gobierno democrático, sino un régimen terrorista revolucionario y bolchevique dedicado por sistema al asesinato y que la Iglesia únicamente deseó la supervivencia y el restablecimiento de la ley para asegurar la misma, resulta que es usted quien tiene unas concepciones democráticas muy débiles, agravadas por el apoyo que sigue manifestando a una política que fue de exterminio sobre la jerarquía y los fieles católicos.
Y a continuación se despacha usted con la frase que sirve de titular a la entrevista: "la Iglesia no cree ni en la democracia ni en la libertad". Que esto lo afirme un presunto Catedrático de Filosofía del Derecho es como para que sea despojado de su cátedra en el acto. El hecho de que los primeros teóricos del sistema representativo, la democracia y las libertades civiles fueron cristianos y en muchos casos hombres de Iglesia, es ocultado deliberadamente por usted, para así poder engañar, manipular y mantener en la ignorancia y el analfabetismo a nuevas generaciones de españoles.
El hecho de que la libertad de creencias, la separación entre poder civil y autoridad religiosa, el fundamento de todos los derechos de la persona en la inalienable dignidad humana y, en definitiva, el hecho de que las actuales concepciones sobre las libertades políticas y sociales procedan por completo del Evangelio y del cristianismo debe resultar desconocido para usted. O no, en cuyo caso su conducta sólo puede calificarse de infame.
Haga usted con sus convicciones personales lo que le plazca y deje en paz las convicciones de los demás, en eso consiste básicamente la libertad de creencias. No niege a una institución social como la Iglesia Católica el derecho a participar en el espacio público y a tener una opinión sobre los asuntos colectivos, en eso consisten los derechos de participación y la libertad de expresión. Y no niegue a nadie su derecho a existir, en eso consiste el derecho a la vida. A usted nadie le impone nada ni le obliga a nada, por lo que cabe solicitarle que crea un poco más en la democracia y la libertad.