Y no nos damos cuenta de que estamos cambiando los papeles:
- La criatura quiere hacer de Dios.
- Y pretendemos que Dios haga de criatura, ya que:
- Reclamamos a Dios porque no se hace «mi» voluntad.
- Reclamamos a Dios porque queremos que se realicen, que se ejecuten «mis» planes y «mis» deseos.
- Reclamamos a Dios que se ponga a «mi» servicio.
Y nos equivocamos. Un autor dice que:
«El que busca obtener algo del ser amado, no es un enamorado, sino un comerciante.»
Si pasas por momentos difíciles...
«Acércate a Jesús, acércate a él,
si te hallas triste, abandonado,
cansado de luchar, tal vez vencido,
agobiado de cruces, traicionado...
acude a él que sabe de tristezas y agonías,
y sabe qué es amar sin ser amado,
y sabe cómo punzan las espinas,
y sabe qué es llorar, pues ha llorado.»
Y siempre, siempre, une tus sufrimientos a los sufrimientos de Cristo. Servirán. Y si aceptas y cumples su voluntad, experimentarás gran paz interior y obtendrás la Vida.
¡Ah! Y no olvidemos que los santos no se consagran al dolor. Esto sería insensatez. Se consagran, se entregan, al Amor Misericordioso de Dios.
Alimbau, J.M. (1998). Palabras para momentos difíciles. Barcelona: Ediciones STJ.