Querida amiga:
Tienes toda la razón. El noviazgo es una época preciosa, llena de descubrimientos y deslumbramientos, de matices..., que van madurando el amor de dos personas -hombre y mujer- dispuestas a entregarse del todo y para siempre. Dispuestas a prescindir de si mismas y de vivir su vida en la vida del otro.
Y esta relación previa al matrimonio, a la unión conyugal, debe de estar presidida por el gozo de la pureza. Sé que decir esto no está de moda, y que lo más cómodo es dejarse llevar por el instinto de unos sentimientos alocados, en los que un concepto del amor un tanto confuso hace que todo parezca justificado. ¿Relaciones prematrimoniales? “Es para conocernos mejor”, dicen. Pero una amargura inevitable va socavando dicha relación. Poco a poco.
En el noviazgo uno ya comienza a entrever que el cariño más profundo nada es sin el respeto. Respetar el cuerpo del otro -y también el tuyo- significa creer de verdad en la santidad del matrimonio. Es decir, en un destino común de felicidad (de fidelidad), a pesar de las seguras contrariedades.
Mira, el noviazgo es el comienzo de una aventura extraordinaria. Ya me dirás qué hay más extraordinario que vivir toda tu vida entregada al amor con la persona que más quieres. Por eso hay que cimentar muy bien la base, no improvisar ni dejar de dar importancia a deslices pasajeros.
Que tu novio, por ejemplo, se fije en la anatomía de otras féminas es algo que no se debe convertir en costumbre (todos admiramos la belleza y debiéramos dar gracias a Dios por ella), en un "no pasa nada". Porque sí pasa, porque el amor es un cúmulo de delicadezas y detalles, de luchas... No somos seres puros e inmaculados, pero queremos ser fieles hasta en esas miradas curiosas o morbosas; precisamente por amor, por esa ternura que le acompaña a tu novio de la mano y que se llama como tú.
Ten paciencia y ayúdale. No tanto con enfrentamientos como con inteligencia y diligencia, con esa sonrisa tuya y con dulzura. Y sobre todo con oración. Dile que sus piropos son para ti la poesía mejor, pero que le quieres entero... Amiga mía, guardaos mutuamente el corazón. Deciros vuestro amor en un constante agradecimiento.