Esa es su oración, que haya una multitud de pequeñas almas que acepten entrar en su fragilidad y en su pequeñez y que crean en la misericordia de Dios.
Pero la misericordia de Dios no puede ser realizable si no tomamos conciencia de nuestra miseria, sino aceptamos entrar en nuestra miseria, si no nos encerramos en nosotros mismos y no nos encolerizamos con los otros, dándoles todos los errores. En el corazón de cada uno de nosotros hay una enorme angustia. Todos somos my pequeños. La cuestión es reconocerla y aceptarla.