La quinta Palabra “No matarás”, pertenece a la segunda tabla de decálogo que regula las relaciones con el prójimo. Tiene un formulación concisa y luminosa. Es como una muralla que sostiene el valor de las relaciones humanas. Sin cuidar estas relaciones, la vid sería terrible.
Lo primero que debemos defender es el valor de la vida. Es la base de de todas las demás relaciones. Al fondo, todo el mal del mundo viene del desprecio de la vida: “Se podría decir que todo el mal obrado en el mundo se resume en esto: el desprecio de la vida. La vida está agredida por las guerras, por las organizaciones que explotan al hombre –leemos en los periódicos o vemos en los informativos muchas cosas-, por las especulaciones sobre la creación y por la cultura del descarte y por todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un número escandaloso de personas vive en un estado indigno para el hombre. Esto es despreciar la vida, es decir de algún modo matar”.
Debemos comenzar por defender la vida humana desde su inicio: “Un punto de vista contradictorio consiente también la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos. Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civilizado, o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su florecimiento? Yo os pregunto: ¿Es justo
«quitar de en medio» una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo «quitar de en medio» a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar a un sicario para resolver un problema”.
El Papa, a continuación, analiza la raíz del rechazo de la vida: “¿De dónde viene todo esto? La violencia y el rechazo a la vida, ¡de dónde nacen, en el fondo? Del miedo. De hecho, acoger al otro es un desafío al individualismo. Pensemos, por ejemplo, cuando se descubre que una vida naciente es portadora de discapacidad, incluso grave. Los padres en estos casos dramáticos, necesitan cercanía, solidaridad verdadera, para enfrentar la realidad y superar temores comprensibles. En su lugar, a menudo reciben consejos apresurados para interrumpir el embarazo, es decir, es una forma de decir: «Interrumpir el embarazo» significa «quitarle de en medio a uno», directamente”.
Una vida frágil que encontramos es una llamada a salir de nosotros mismos, a despertar las posibilidades del amor que están dormidos: “Un niño enfermo es como todos los necesitados de la tierra, como un anciano que necesita ayuda, como tantas personas pobres que luchan por salir adelante: él, el que se presenta a sí mismo como un problema, es realidad un don de Dios que puede sacarme del egocentrismo y hacerme crecer en el amor. La vida vulnerable nos muestra el camino de salida, la manera de salvarnos de una existencia replegada sobre sí misma y de descubrir la alegría del amor”.