Son muchos los medios que se hacen eco de la noticia, si bien, justo es reconocerlo, son también varios los que lo han retirado de su contenido (pinche
aquí y
aquí para comprobarlo)
La fuente originaria parece ser la
ABI, la Agencia Boliviana de noticias, vale decir, la agencia oficial del país, que realiza el siguiente aserto:
“La Paz, 28 jun (ABI).- El papa Francisco pidió a las autoridades bolivianas hojas de coca para masticarlas apenas llegue al aeropuerto de El Alto, a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar, en el inicio de su visita a Bolivia, entre el 8 y 10 de julio, informó el domingo el ministro de Culturas, Marko Machicao.
[…]
“Se le había ofrecido mate de coca o algo para la altura. Él nos ha pedido específicamente que quiere hacer masticado de coca [...]
. Así que al Santo Padre se le estará esperado con la sagrada hoja de coca”, dijo”.
La noticia es llamativa porque la sola mención de la coca lleva automáticamente a la identificación de la hoja con la famosa cocaína, que efectivamente procede de un modo de procesar aquélla, y la verdad que un Papa “cocainómano” no parecería el más edificante de los ejemplos.
Lo cierto es que la hoja de coca cruda, sin procesar, se masca en Bolivia, y no sólo en Bolivia sino por lo menos, también en las regiones limítrofes de la Argentina, Salta particularmente. Yo que he estado en esa parte del gran país del tango, el polo y el lunfardo, puedo decir que en ella la mascan todos, pobres y ricos, hombres y mujeres, indios y blancos… Recuerdo como escena curiosa una mujer bien indígena a la que las hojas le salían por entre los dientes como si las criara en macetas. Dicen los lugareños que en esas altitudes, más de cuatro mil metros, no se puede vivir sin la coca, que previene la que ellos llaman la “puna” o el “apunamiento”, un apunamiento que se manifiesta principalmente en abatimiento, apatía y depresión, pero que puede llegar a producir dolores de cabeza y mareos semejantes a una migraña. Yo, que en ningún momento consumí la hoja en cuestión, sí llegué a sentir esa manifestación del apunamiento, y un buen día eché por la boca todo lo que había ingerido, día en que estuve a punto de sucumbir a cuantos me aseguraban que la única manera de salir de aquélla sería, precisamente, darme a la hoja. No llegué a hacerlo y en honor a la verdad, tengo que decir que de la misma manera que un buen día me sentí apunado, en los días siguientes no volví a sufrir de ninguno de los síntomas que se atribuyen a la puna.
En cuanto a la ingesta de la hoja va unida a lo que en la región se llama la bica, que al parecer no es otra cosa que bicarbonato. El “paquetito” de hoja que en Bolivia se llama acullico (ignoro si en Argentina también) se almacena en la boca, en uno de los carrillos, mascándolo o succionándolo para extraer su esencia. En cuanto se considera agotado, se escupe y se repone, de manera que yo creo que hay personas que mantienen hojas de coca en la boca a todas horas del día. Me pregunto si no las habrá que se vayan con ella a la misma cama.
Como quiera que sea, en la parte de Salta la hoja se obtiene en cualquier sitio. Recuerdo que entramos en algún pueblecito a cuya entrada había una pancarta de parte a parte de la acera bien alto, en la que se anunciaba un determinado sitio para conseguirla. Y como ese, multitud de ejemplos. Y eso que su situación legal es cuanto menos difusa: tengo la impresión de que de iure, es ilegal, pero su consumo, (y su comercio) totalmente consentido, al menos en esa parte del país. La Convención Única de Naciones Unidas de 1961 sobre Estupefacientes prohíbe la masticación de la hoja de coca, pero en Bolivia su Constitución, del año 2008, no sólo la despenaliza... ¡sino que la convierte en patrimonio cultural nacional! (¿se imaginan Vds. la Constitución española protegiendo el gazpacho o la italiana la pizza?):
“El Estado protege a la coca originaria y ancestral como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia, y como factor de cohesión social; en su estado natural no es estupefaciente. La revalorización, producción, comercialización e industrialización se regirá mediante la ley” (art. 384).
El presidente boliviano Evo Morales, uno de los grandes valedores de su consumo, incluso apela a sus propiedades benéficas para la dentadura y eso que, indudablemente, afecta al color de los dientes, afeándolos.
Que el Papa haya pedido, según lo que la agencia de noticias boliviana informa, específicamente mascar coca y no consumirla de otra manera no hace sino delatar una vez más su acendradísima argentinidad, presente en tantos otros hábitos papales como el consumo de mate, la infusión nacional argentina, y seguramente también, de cantidades ingentes de dulce de leche, de carne y hasta de helados Freddo, si no ahora por alguna restricción médica, sí en otras épocas. Y revela también que en sus tiempos pre-romanos ya habría visitado la zona norte de su país natal y consumido la hoja para evitar el apunamiento, tal y como hacen los locales.
Ya se ha hablado mucho del tema, y más se hablará si algún periodista llega a obtener la deseada fotografía en la que el Pontífice aparezca en situación evidente de estar mascando el controvertido vegetal. Aunque también creo que si llega a consumirlo, lo que no sería tan raro, y aún a pesar de la generosa y conocida espontaneidad de la que hace gala el papa número 266 de la Iglesia Católica, no lo hará en público.
Y bien amigos, que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Y no se olviden de visitarme mañana una vez más, que por aquí andaré. Esperándoles.
©L.A.
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