La nueva evangelización es un concepto, como ya hemos visto en tantas ocasiones, acuñado por Juan Pablo II. Sigue siendo necesario tal concepto, porque son muchas las áreas y ámbitos, las personas y lugares, que habiendo recibiendo hace mucho el anuncio del Evangelio, viven hoy de espaldas a él, expuestos a la intemperie de ideologías, modas, corrientes secularistas.
La nueva evangelización es tarea eclesial -por tanto, de todos- y no basta simplemente repetir las acciones pastorales de siempre y de la misma manera, sino ir más allá, dando pasos, concretando iniciativas, generando un espíritu nuevo, que llegue allí donde apenas antes hemos pisado; no me refiero a tierras inexploradas o lejanas, sino a estas tierras, nuestro mundo, con sus nuevos areópagos, sus nuevos foros... que ha hecho florecer una cultura nueva, post-moderna, relativista, con fácil acceso a la lectura, a la información, a instituciones académicas y estudios superiores.
"El término "nueva evangelización” recuerda la exigencia de una renovada modalidad de anuncio, sobre todo para aquellos que viven en un contexto, como el actual, en el que los desarrollos de la secularización han dejado pesadas huellas también en países de tradición cristiana. El Evangelio es siempre nuevo anuncio de la salvación realizada por Cristo para hacer a la humanidad partícipe del misterio de Dios y de su vida de amor y abrirla a un futuro de esperanza fiable y fuerte. Subrayar que en este momento de la historia la Iglesia está llamada a realizar una nueva evangelización, quiere decir intensificar la acción misionera para corresponder plenamente al mandato del Señor. El Concilio Vaticano II recordaba que “los grupos en que vive la Iglesia cambian completamente con frecuencia por varias causas, de forma que pueden originarse condiciones enteramente nuevas" (Decr. Ad Gentes, 6). Con amplitud de miras, los Padres conciliares vieron en el horizonte el cambio cultural que hoy es fácilmente comprobable. Precisamente esta situación cambiada, que ha creado una condición inesperada para los creyentes, requiere una atención especial por el anuncio del Evangelio, para dar razón de la propia fe en situaciones diferentes del pasado. La crisis que se experimenta lleva consigo los trazos de la exclusión de Dios de la vida de las personas, de una generalizada indiferencia hacia la misma fe cristiana, hasta el intento de marginarla de la vida pública. En décadas pasadas todavía era posible encontrar un sentido cristiano general, que unía el común sentir de generaciones enteras, crecidas a la sombra de la fe que había plasmado la cultura. Hoy, desgraciadamente, se asiste al drama de la fragmentación que no consiente tener una referencia de unión; además se verifica, a menudo, el fenómeno de personas que desean pertenecer a la Iglesia, pero que son fuertemente influenciados por una visión de la vida que contrasta con la fe" (Benedicto XVI, Disc. Consejo Pontificio para la Nueva evangelización, 30-mayo-2011).
La nueva evangelización consiste en el anuncio de Jesucristo, a estos hombres y a esta cultura, allí donde los hombres están y se encuentran (pensemos: cultura, pensamiento, arte, medios de comunicación, Internet, Universidad...). Evangelizar es un deber porque ésa es la vocación de la Iglesia y necesitará siempre nuevos evangelizadores con la suficiente y sólida preparación necesaria (espiritual, doctrinal).
"Anunciar a Jesucristo, único Salvador del mundo, parece ser hoy más complejo que en el pasado; pero nuestro deber es idéntico como en los albores de nuestra historia. La misión no ha cambiado, así como no deben cambiar el entusiasmo y la valentía que empujaron a los Apóstoles y a los primeros discípulos. El Espíritu Santo que los alentó a abrir las puertas del cenáculo, haciéndoles Evangelizadores (cfr Hch 2,1-4), es el mismo Espíritu que mueve hoy a la Iglesia en un renovado anuncio de esperanza a los hombres de nuestro tiempo. San Agustín afirma que no se debe pensar que la gracia de la evangelización se haya extendido sólo a los Apóstoles y que con ellos esta fuente de gracia se ha agotado, sino que “esta fuente se deja ver cuando fluye, no cuando deja de fluir... De tal modo que la gracia a través de los Apóstoles alcanzó a los demás, que fueron enviados a anunciar al Evangelio...incluso, llega a llamar en estos últimos días, a todo el cuerpo de la su Hijo Unigénito, es decir su Iglesia difundida sobre toda al tierra” (Sermón 239,1). La gracia de la misión necesita a nuevos evangelizadores capaces de acogerla, para que el anuncio salvífico de la Palabra de Dios no disminuya nunca, en las condiciones cambiantes de la historia.Existe una continuidad dinámica entre el anuncio de los primeros discípulos y el nuestro. En el transcurso de los siglos la Iglesia no ha dejado nunca de proclamar el misterios salvífico de la muerte y resurrección de Jesucristo, pero este mismo anuncio necesita hoy, un renovado vigor para convencer al hombre contemporáneo, a menudo distraído e insensible. La nueva evangelización, por esto, deberá hacerse cargo de encontrar los caminos para hacer más eficaz el anuncio de la salvación, sin el cual, la existencia personal permanece en su contradicción y privada de lo esencial" (ibíd.).
Aunque las circunstancias son nuevas, probablemente muy difíciles, la Iglesia está llamada a responder a ese desafío, continuando la evangelización que iniciaron los apóstoles, movidos por el Espíritu Santo. Ahora bien, habrá que buscar caminos nuevos para los desafíos y retos. Una mentalidad acomodaticia, bastante chata y provinciana, responde reacia a esos caminos nuevos, los mira con sospecha y los juzga mal, como caprichos, snobismo, pérdidas de tiempo, y sueña con que haciendo lo mismo de siempre bajo el campanario ya estamos evangelizando: las primeras comuniones, una merienda, un poco de chismorreo en la sacristía, una procesión. ¿Seguro que eso está evangelizando, llegando a todos? ¿Seguro que así se está respondiendo a los nuevos retos, a este hombre fragmentado y roto, relativista, secularizado, que habla un nuevo lenguaje (el de medios de comunicación y el lenguaje digital)?
Hay un aspecto digamos "novedoso" en el discurso del Papa. La nueva evangelización incluye también a los mismos católicos, una acción interior. Tal vez viviendo en la misma Iglesia, sin embargo su fe no ha sido suficientemente madurada e iluminada, y hay que ofrecerles los medios necesarios para que eche raíces más profundas mediante la vida interior y el encuentro con Cristo (liturgia, oración) y las herramientas para dar razón de su esperanza, con una sólida formación doctrinal (formación, catequesis de adultos, cursos, etc.).
"También en quien permanece el lazo con las raíces cristiana, pero vive la difícil relación con la modernidad, es importante hacer comprender que el ser cristiano no es una especie de traje que ponerse en privado o en ocasiones particulares, sino algo vivo y totalitario, capaz de asumir todo lo hay de bueno en la modernidad. Espero que en el trabajo de estos días podáis diseñar un proyecto que sea capaz de ayudar a toda la Iglesia y a las distintas Iglesias particulares, en el compromiso de la nueva evangelización; un proyecto donde la urgencia por un renovado anuncio se haga cargo de la formación, en particular de las nuevas generaciones, y se conjugue con la propuesta de signos concretos para hacer evidente la respuesta que la Iglesia pretende ofrecer en este especial momento. Si, por una parte, la comunidad entera está llamada a revigorizar el espíritu misionero para dar el anuncio nuevo que los hombres de nuestro tiempo esperan, no se podrá olvidar que el estilo de vida de los creyentes necesita una genuina credibilidad, tanto más convincente cuanto más es dramática la condición de aquellos a los que se dirigen. Y es por esto que queremos hacer nuestras las palabras del Siervo de Dios el Papa Pablo VI, cuando a propósito de la Evangelización afirmaba: “Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad”, (Exhortación Ap. Evangelii nuntiandi, 41)" (ibíd).
La nueva evangelización incluye entonces:
a) el mundo y la cultura actual, que son tierra de misión,
b) a los propios católicos a los que hay que ayudar mediante dos herramientas imprescindibles: la oración y la formación, cuanto más mejor.