Los días previos a la Navidad desatan un sentimentalismo meloso y, como tal sentimentalismo, es bastante estéril y pasajero, muy pasajero.
 
En los días previos a la Navidad se organizan campañas de distinto tono -¡porque es Navidad!- para recoger alimentos, ropas y juguetes. Está bien porque todo ayuda, todo sirve.
 

Pero la pobreza dura todo el año; la exclusión social también. Las necesidades están ahí durante todo el año y no sólo en los días de Navidad.

En Cuaresma, una y mil veces, escucharemos lecturas bíblicas que nos hablarán de limosna... pero limosna seria -no unas monedas, calderilla insignificante-.
 
¿Por qué no hacemos todos, todos, algo más?
 
La fe es verdadera si pasa por el bolsillo, si gestiona nuestra economía dejando espacio para los demás, para los que no tienen y también para las necesidades de la Iglesia.
 
 
 
Cáritas diocesana trabaja todo el año y de manera sumamente eficaz. Atiende casos particulares, crea Hogares, Casas de Transeúntes, Comedores sociales, iniciativas laborales distintas para dar un oficio y buscar salidas...
 
 

¡¡Cáritas es la Caridad de la Iglesia para la pobreza hoy!! Y nadie, ni Estado ni Administración autonómica lo va a hacer: ¡¡sólo la Iglesia!!

Así que no basta ayudar con kgs. de alimentos sólo en las Campañas de Navidad. ¡¡Algo más!! Ese "más" os pido e invito a que sea una cuota mensual cada cual a su Cáritas diocesana. Se pasa el sentimentalismo navideño pero sigue nuestra aportación económica mensual a la Cáritas diocesana.




Cada cual acuda a la Cáritas de su respectiva diócesis.
 
Sabéis, además, que Cáritas, si se le han entregado todos los datos personales, manda al final del ejercicio económico el correspondiente certificado de donativo para desgravar al declarar la Renta.
 
¡Qué buen fruto de Navidad -ya pasada-, qué buen fruto de Cuaresma, sería una cuota mensual a Cáritas diocesana!