La nueva evangelización impulsa a salir más allá, a ir más allá, salir al encuentro de los hombres de hoy en sus ambientes, en sus búsquedas, en su mundo y cultura.
 
Muchos hoy viven un agnosticismo práctico -pese a estar bautizados, pero jamás evangelizados- y otros se sumergen en la postura de un ateísmo de nuevo cuño, marcado, probablemente, con el uso de la razón cerrada realmente a lo razonable, endiosando sus propios límites.
 
Pero, qué duda cabe, en ese mundo de agnosticismo y ateísmo, normalmente con personas de formación cultural y académica nada desdeñable, hay una búsqueda más o menos conscientes de la Verdad, pues el deseo de la Verdad siempre permanece aunque se pretenda ahogarlo. El diálogo es método para buscar la Verdad. Y ese diálogo es hoy compromiso para una nueva evangelización.
 
Esa iniciativa toma forma y nombre con Benedicto XVI, "el atrio de los gentiles", impulsado por el convencimiento profundo y claro de la unión entre fe y razón -cosa no tan clara en muchos sectores de la Iglesia-. Se trata de dialogar y mostrar la Belleza de la fe y su razonabilidad interna. 
 
"Considero importante sobre todo el hecho de que también las personas que se declaran agnósticas y ateas deben interesarnos a nosotros como creyentes. Cuando hablamos de una nueva evangelización, estas personas tal vez se asustan. No quieren verse a sí mismas como objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue estando también en ellos, aunque no puedan creer en concreto que Dios se ocupa de nosotros. En París hablé de la búsqueda de Dios como motivo fundamental del que nació el monacato occidental y, con él, la cultura occidental" (Benedicto XVI, Discurso a la curia romana, 21-diciembre-2009).
 

La cultura occidental, que es cultura cristiana, movida por la fe, potenció la razón y la búsqueda de la Verdad. No era fideísmo, tampoco su antagonista, el racionalismo. Era la búsqueda de la Verdad con la fe y la razón, sabiendo que la fe propugnaba el recto desarrollo de la razón y que ésta recibía su complemento adecuado y necesario en la fe. Pongamos como ejemplo el nacimiento de la Universidad como ámbito que nace en la Iglesia para la fe y la razón.
 
¿Entonces? ¡Volvamos a esos foros de diálogo y pensamiento!
 
"Como primer paso de la evangelización debemos tratar de mantener viva esta búsqueda; debemos preocuparnos de que el hombre no descarte la cuestión sobre Dios como cuestión esencial de su existencia; preocuparnos de que acepte esa cuestión y la nostalgia que en ella se esconde. Me vienen aquí a la mente las palabras que Jesús cita del profeta Isaías, es decir, que el templo debería ser una casa de oración para todos los pueblos (cf. Is 56, 7; Mc 11, 17). Él pensaba en el llamado "patio de los gentiles", que desalojó de negocios ajenos a fin de que el lugar quedara libre para los gentiles que querían orar allí al único Dios, aunque no podían participar en el misterio, a cuyo servicio estaba dedicado el interior del templo. Lugar de oración para todos los pueblos: de este modo se pensaba en personas que conocen a Dios, por decirlo así, sólo de lejos; que no están satisfechos de sus dioses, ritos y mitos; que anhelan el Puro y el Grande, aunque Dios siga siendo para ellos el "Dios desconocido" (cf. Hch 17, 23). Debían poder rezar al Dios desconocido y, sin embargo, estar así en relación con el Dios verdadero, aun en medio de oscuridades de diversas clases" (ibíd.).
 
A esta realidad, y pensemos que en estos ambientes es donde se forja el pensamiento y la cultura que luego se difunde en la enseñanza y en los medios de comunicación, hemos de ir. Ese es lugar para la Iglesia, por mucho que suponga un cambio en la mentalidad y en lo que ordinariamente entendemos como "pastoral".
 
 "Creo que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de "patio de los gentiles" donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio está la vida interna de la Iglesia. Al diálogo con las religiones debe añadirse hoy sobre todo el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, a pesar de eso, no quisieran estar simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido" (ibíd.).
 
Este ámbito es nuevo, comienza a desarrollarse. Pero todos en nuestra mente eclesial deberíamos tener presente esta evangelización nueva mediante el atrio de los gentiles, apoyarla, ser sensibles a ella, y no encerrarse en los métodos y formas siempre dirigidos a los que ya "están". 
 
La nueva evangelización debe responder a nuevos retos. Cada cual en su lugar debe potenciarla. Pero sería una lástima reducirnos siempre a lo mismo y a las mismas formas. Hay que ir a foros nuevos, a métodos nuevos, a desafíos diferentes. 
 
¿No nos quedamos a veces encorsetados, sin perspectiva, cuando todo se limita a pocas cosas, hechas como siempre, como las primeras comuniones, y soñamos que ya hemos evangelizado?