Varios discursos de Benedicto XVI abordan un tema muy querido para él, acuñando incluso una expresión propia, "la emergencia educativa". Es uno de los problemas de hoy.
La educación es una transmisión completa del saber que, a la vez, es formativa, posibilitando el crecimiento completo y armónico de la persona, su desarrollo personal y su vocación. Sin embargo, la educación se ve relegada al aula y, a la vez, concretada en unos conocimientos técnicos, muy poco humanísticos. La persona no es educada, sino informada y llenada de nociones, con muy pocos saberes y menos virtudes. La abdicación general de los padres sobre la educación de los hijos dificulta aún más la situación, pues conciben la educación como algo que le corresponde al colegio según las pautas de papá-Estado. Por supuesto, salvadas las excepciones.
La educación es tarea hermosísima y humanísima que se ha de asumir con paciencia y esperanza, con visión de futuro, modelando a la persona sin reducirla a los conceptos de unas asignaturas. En la Iglesia, los padres hallan (deben hallar) el impulso y el acompañamiento de todos para educar a sus hijos, ayudas concretas, consejo y aliento. También los maestros y docentes pueden encontrar luz y respaldo en la Iglesia en su vocación a la enseñanza y al mundo de la educación.
Pero la Iglesia misma es una gran educadora que debe tener presente los rasgos necesarios que hay que imprimir y desarrollar en la persona para que responde a su vocación personal. El Papa plantea unas pistas para esta emergencia educativa:
"1. La perspectiva educativaVuestra acción será mayormente incisiva si, como ya hacéis, trabajáis más todavía entre vosotros con una óptica profundamente unitaria y favorecéis colaboraciones con otras fuerzas educativas sean eclesiales o civiles. Para educar es necesario ir más allá de la ocasión, el momento inmediato, y construir, con la colaboración de todos, un proyecto de vida cristiana fundado sobre el Evangelio y sobre el Magisterio de la Iglesia, poniendo en el centro una visión integral de la persona. Vuestro Proyecto Formativo es válido para muchos cristianos y hombres de buena voluntad, sobre todo si pueden ver en vosotros, modelos de vida cristiana, de compromiso generoso y gozoso, de interioridad profunda y de comunión eclesial.2. La propuesta de la santidad
Vuestras asociaciones son gimnasios de santidad, en la que os entrenáis con dedicación plena en la causa del Reino de Dios, en un sistema de vida profundamente evangélica que os caracteriza como como laicos creyentes en los lugares de la vida cotidiana. Esto exige oración intensa ya sea comunitaria o personal, la escucha continuada de la Palabra de Dios, y una asidua vida sacramental. Es necesario hacer del término “santidad” un palabra común, no excepcional, que no designe sólo a estados heroicos de vida cristiana, sino que indique en la realidad de todos los días, una respuesta decidida y una disponibilidad a la acción del Espíritu Santo.3. La formación al compromiso cultural y políticoSantidad dignifica también para vosotros darse al servicio del bien común según los principios cristianos, ofreciendo, en la vida de la ciudad, presencias cualificadas, gratuitas, rigurosas en los comportamientos, fieles al magisterio eclesial y orientadas al bien de todos. La formación en el compromiso cultural y político representa para vosotros, por tanto, una labor importante que exige un pensamiento plasmado del Evangelio, capaz de debatir ideas y propuestas válidas para los laicos. Este es un compromiso que se cumple sobre todo, a partir de la vida cotidiana, de madres y padres que luchan en los desafíos de la educación de los hijos, de trabajadores y de estudiantes, de centros de cultura orientados al servicio del crecimiento de todos. Italia ha atravesado periodos históricos difíciles y ha salido de ellos reforzada, también gracias a la dedicación incondicional de los laicos católicos, comprometidos con la política y las instituciones. Hoy la vida pública del país exige una respuesta ulterior y generosa por parte de los creyentes, para que pongan a disposición de todos, sus propias capacidades y fuerzas espirituales, intelectuales y morales.4. Un amplio compromiso en la gran conmoción del mundo y del MediterráneoOs pido finalmente, que seáis generosos, acogedores, solidarios y sobre todo, comunicadores de la belleza de la fe. Muchos hombres, mujeres y jóvenes se ponen en contacto con nuestro mundo, que conocen superficialmente, cegados por imágenes ilusorias, y que necesitan no perder la esperanza, no vender su dignidad. Tienen necesidad de pan, de trabajo, de libertad, de justicia, de paz, de que se reconozcan sus propios e inderogables derechos de Hijos de Dios. Necesitan la fe, y nosotros podemos ayudarles, respetando sus convicciones religiosas, en un intercambio libre y sereno, ofreciendo con sencillez, franqueza y celo nuestra fe en Jesucristo...Hoy vosotros, cristianos laicos, estáis llamados a ofrecer con convicción, la belleza de vuestra cultura y las razones de vuestra fe, más allá de la solidaridad fraterna, para que Europa este a la altura del desafío actual de la época" (Benedicto XVI, Mensaje a la Acción Católica italiana, 6-mayo-2011).
Estas son perspectivas necesariamente asumibles para todo educador y para toda acción educativa en la Iglesia.