Reconozco que si hace unos meses me hubieran comentado que iba a hacer un retiro que se llamaba EMAUS no lo hubiera creído. Todo lo que rodea a este retiro es un tanto “especial”. Antes de hacerlo lo único que sabes es que sólo se puede hacer una vez en la vida, que no se puede contar nada y que es un retiro testimonial. Es decir, todo te invita a no hacerlo.
Hay que reconocer que la gente que lo ha hecho se lo curra mucho para que, con semejante publicidad, consigan que la gente vaya y, de hecho, se llenen todas las tandas, de hombres y mujeres, al poco tiempo de abrirse la correspondiente inscripción.
Quiero aprovechar este post para contaros todo lo que ahí ocurre minuto por minuto:  esto que parece tan raro y que en principio sólo encuentras razones para no ir, se convierte verdaderamente en un fin de semana lleno de gracias especiales y en el que el Señor te toca de forma muy profunda el corazón. Lo que ocurre es que el Espíritu Santo está de una forma casi palpable en todos los que se juntan en el fin de semana. Eso sí: hay que tener un poco de paciencia, porque las primeras horas casi todo el mundo se pregunta qué hace ahí: es un formato tan novedoso y un tanto “friki” en algunos momentos, que es necesario que la gente tenga un poco de confianza. Si se tiene, la entrega,  el espíritu de servicio y el cariño que muestran los servidores (así se llaman los que organizan estos retiros) y, por supuesto,  la acción del Espíritu Santo, hacen que se convierta en un verdadero “chute” de amor de Dios. Creo que nadie sale el domingo sin ser consciente de que cada uno de nosotros somos los más queridos por el Señor. La fe pasa de ser algo meramente aprendido a ser un movimiento del corazón y cuando terminas el retiro eres plenamente consciente de que Dios nos ama infinitamente, que nos perdona misericordiosamente todas nuestras faltas y que lo único que pretende es que le amemos para poder ser así felices y culminar nuestra vida viéndole cara a cara en el cielo.
Mucha gente dice que no es necesario hacer un retiro de Emaús y por supuesto, no lo es, pero mi consejo es que se haga: si se tiene una vida de fe, te confirma, sin duda, en tus creencias y en el amor que hay que tener al Señor; si se está un poco más apartado es un momento muy bueno para plantearte las cuestiones esenciales de tu vida y dar respuesta a todas las inquietudes; y es un formato tan abierto, que incluso da cabida a gente muy apartada de la Iglesia e incluso apartada de la fe. Por tanto, HACED EMAUS, sólo perderéis (mejor dicho ganaréis) un fin de semana.
Y, además, lo bueno de estos retiros es que se organizan desde parroquias en las cuales, posteriormente, puedes dar una continuidad a lo vivido en ese fin de semana.  En dichas parroquias se organizan una vez a la semana reuniones en las que se pretende insistir en los mensajes y en las experiencias vitales que se han tenido en esos dos días.