INTRODUCCION

El término ‘Abogado del diablo’ se refiere a todo aquel que discute o arenga sosteniendo conceptos, ideas o frases a las que tal vez no se adhiere, pero que le resultan útiles y eficaces para salir victorioso de la contienda oral o legal en la que está inmiscuido.

A veces se acude a esta postura con el solo efecto de marcar contradicciones en la forma de pensar o en la ideología de otra persona, con el fin de poder hacer resaltar sus puntos débiles.

En otras palabras, el ‘Abogado del diablo’ es la persona que contradice los argumentos de otra persona para comprobar así su veracidad, sin que ello signifique forzosamente que se opone a dichos argumentos.

EL ABOGADO DEL DIABLO EN LA IGLESIA

El ‘Abogado del diablo’ o ‘Advocatus diaboli’ era como se conocía al sacerdote doctorado en Derecho Canónico que intervenía en los procesos de beatificación y canonización de la Iglesia Católica, con el propósito de objetar, exigir pruebas y descubrir errores en toda la documentación aportada, para poder demostrar los méritos del presunto candidato a los altares, así como de exigir la comprobación de datos fidedignos para tal fin.

Si bien su papel le hace aparecer figuradamente alineado entre las filas de los que se oponen al candidato, en realidad se encargaba de defender la autenticidad de las virtudes del que fuera propuesto como modelo de santidad a imitar por el pueblo católico.

El oficio de ‘Abogado del diablo’ fue establecido en 1587 por el Papa Sixto V, aunque posteriormente, en 1983, el Papa Juan Pablo II lo abolió, creando el puesto de ‘Promotor de la fe’ o ‘Promotor iustitiae’, el cual sigue en la actualidad. Este cambio permitió realizar a la Iglesia Católica casi quinientas canonizaciones y más de mil trescientas beatificaciones, frente a las noventa y ocho canonizaciones de sus predecesores en el siglo XX.

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