La cuestión no es baladí, pues Estados Unidos nació con un marcado carácter puritano, un ambiente en el que todo lo que oliera a papista era considerado ajeno y pernicioso. La influencia ilustrada y masónica posterior tampoco consideraba que la Iglesia católica pudiera ser tolerada en igualdad de condiciones que los credos protestantes.
Explico esto porque he escrito un libro. Y no solo lo he escrito, sino que incluso he encontrado un editor, Stella Maris, que lo acaba de publicar. Se titula “La historia de los Estados Unidos como jamás te la habían contado” y en él pretendo sacar a la luz aspectos de la historia de los Estados Unidos que han quedado silenciados o postergados, normalmente porque no acababan de encajar en la historia predominante. Vamos, que muchos de ellos son políticamente incorrectos y, aunque muy documentados, se suelen pasar por alto. Por ejemplo, el papel de la presencia española en América del Norte (el primer thanksgiving lo celebraron unos españoles) o el trato dado a la población de origen nipón durante la Segunda Guerra Mundial (algo por lo que Ronald Reagan pidió públicamente perdón).
Uno de los aspectos a los que he dedicado más atención es a la historia del catolicismo en Estados Unidos. Perseguido en muchos estados, se fue normalizando muchas veces por la vía de los hechos, bien por la necesidad de mantener a Canadá neutral, lo que llevó a George Washington a mantener una actitud respetuosa hacia los católicos, bien por lo que supuso para el cambio de apreciación sobre las monjas el hecho de que cuidaran de miles de heridos durante la Guerra Civil. Sin olvidar el papel de las universidades católicas (Notre Dame fue determinante para acabar con el Ku Klux Klan) o de los numerosos misioneros que evangelizaron a los indios, viviendo aventuras dignas de ser llevadas a la gran pantalla. Por cierto, tanto el jefe indio Toro Sentado como Bufalo Bill acabaron sus días en el seno de la Iglesia católica.
También el deporte fue un modo de normalizar la presencia pública de los católicos, como demostró el mito del béisbol Babe Ruth, por no hablar de la entrega demostrada por los católicos durante la Primera Guerra Mundial, en la que el porcentaje de jóvenes católicos que se alistaron fue superior al de otras confesiones. Una historia no exenta de peligros, desde el intento de crear una iglesia cismática nacional estadounidense, hasta el peligro constante de caer en el “americanismo” que León XIII condenó.
Pues bien, todo esto y algunas curiosidades más es lo que explico en mi libro. Un libro que, tratándose quien escribe estas líneas del autor del mismo, no puedo más que recomendar vivamente. Es una, espero que no la única, de las lecturas de este verano, y además a un precio irrisorio: 17,50 euros. Vamos, no me hagan insistir más y corran a comprarlo antes de que se acaben.