Lerma, 25 de junio
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¡HASTA LA COCINA!
Como bien sabes, ayer para desayunar tuvimos chocolate con churros en la huerta. La noche anterior nos dijeron que había churros congelados para poder hacerlos más rápido. ¡Perfecto! Nos tocaba cocina y estábamos agotadas.
Por la mañana, al salir a preparar el desayuno antes de la Eucaristía, Lety y Sión aparecieron en la cocina dispuestas a preparar todos los ingredientes para hacerlos caseros. "¿Teniendo de los congelados?", pensé.
Pero ahí se pusieron a sacar harina, churrera, agua, aceite... mientras, yo con el chocolate e Israel encargándose del reto para que todo saliese.
Después de la Eucaristía fuimos corriendo a hacer los churros. Unas la masa, otras echaban, otras cortaban... aún no entendía cómo teniéndolos hechos en su bolsita no aprovechábamos.
Pero empecé a entender...
Se abrió la puerta de la cocina... Sor Carmen. Saludó, paseó... se detuvo cerca de la bandeja de los churros y... uno desapareció. Sor Ana. Entró, saludó, nos habló de no sé qué y un churro desapareció. Sor María, Sor Puri... todas la misma operación.
Al principio pensé: "Como sigan así no hay para desayunar". Pero en unos segundos descubrí que la cocina se había convertido en una fiesta, en lugar de encuentro. Sor Carmen, entre churro y churro, consiguió espesar mi chocolate aguachinado con Maicena; otras nos ayudaban con la leche, el pan... y, en el desayuno, todas valoraban el sabor de la masa de los churros, los recuerdos que les traía...
Por la noche lo recordábamos añadiendo anécdotas divertidas de las veces que en casa de nuestros padres o abuelos hacíamos desaparecer las patatas fritas, croquetas, albondigas, lacitos de hojaldre... Pequeños robos de sabores que detrás tanto amor esconden.
Y es que, a lo largo del día, encontrarás muchas cosas ya listas para servir, para freír y comer. Pero, si quieres que el otro se sienta amado, pídele al Señor que te ponga en el corazón aquello que llenará la cocina. Un detalle cuidado, aunque lleva más esfuerzo y no viene para servir y listo, deja una huella profunda de amor hacia nosotros.
Hoy el reto del Amor es "hacer comida casera". Es llegar al corazón del otro con lo que hagamos. Con la comida, con nuestros gestos, crear momentos que creen recuerdos, que dejen huella. El banquero que deja flores en la capilla cada día, los caramelos de la de la recepción del colegio, el médico que escucha al paciente, el profesor que se pone en tu lugar, la madre que sorprende a sus hijos, el padre que vuela una cometa... churros caseros que no se olvidan. Merece la pena hacer la masa, buscar lo auténtico, buscar aquello que llega al corazón. Cristo no es teoría, se hace presente en ti a través de tu forma de amar. Él pone los ingredientes.
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