El siervo de Dios José Rodríguez y García-Moreno, natural de Madridejos (Toledo), nació el 18 de marzo de 1886. Realizó sus estudios en el Colegio Español de Roma y fue ordenado el 16 de julio de 1909. En los dos años siguientes obtuvo la cátedra de Teología, de Historia Eclesiástica, de Crítica Bíblica e Introducción al Antiguo y Nuevo Testamento. Años después y, pese a su juventud, en 1917 fue nombrado examinador Prosinodal.
En 1918 recibió el encargo de delegado del Sr. Cardenal en la Comisión Provincial de Monumentos. En 1920, con 34 años, obtiene la Cátedra de Teología Fundamental. Entre 19221924 ejerce de Vicario capitular, gobernador eclesiástico y delegado general de Capellanías. Siendo también Vicario General y provisor interino.
En el amplio crucero de la Catedral resonaba su voz cálida, potente, densa de doctrina, bella y elegante de forma, que enseguida alcanzó justa fama entre los toledanos como predicador consagrado. La familia conserva como auténticas reliquias algunos de sus sermones manuscritos y otros mecanografiados. De 1922, cuando el 12 de marzo, se cumple el III centenario de la canonización de la santa abulense, conservamos un panegírico a la Santa sobre el que predica:
“¡Ah!, sí, yo descubro -afirma D. José hacia la mitad del discurso- en esta serenidad de Teresa el carácter sobrenatural del apóstol; más aún, veo una prueba de la divinidad de su entusiasmo como se ve una señal inequívoca del heroísmo en el sueño apacible de un guerrero que no respira sino en el combate y sin embargo duerme tranquilo esperando el amanecer”.
Diez años después, cuando estalla la guerra en julio de 1936, los guerreros estaban dispuestos. El ejército de apóstoles, bajo la bandera de su Divina Majestad, se fue preparando poco a poco con la serenidad sobrenatural de los santos, con las armas que propone el Apóstol de la fe, de la esperanza y de la caridad, y sabedores de que, tras el martirio, vendría la victoria segura.
Por entonces, el Siervo de Dios ejerce de Canónigo Magistral de la S. I. C. P. de Toledo, profesor de Teología Fundamental en el Seminario Mayor, juez de Grados de Sagrada Teología, Derecho Canónico y Filosofía, juez Prosinodal, miembro de la Comisión de examen para la predicación, de la Junta Económica Diocesana…
Don José fue detenido el 2 de agosto en su domicilio. De carácter entero, no se doblega ante los milicianos que lo detienen.
Cuando llaman a la puerta de su casa, la señora que lo atiende quiere salvarlo y con valentía les dice que allí no está. Los marxistas no se fían y cuando comienzan a subir el primer piso, Don José les sale al paso, sin ofrecer resistencia.
-Venimos a por ti de parte del Gobernador, dice uno de ellos.
-Está bien, vamos -contesta sonriendo suavemente.
Conducido a la Diputación Provincial, donde está una de las prisiones habilitadas, no llega a entrar. Bien porque el lugar está lleno, bien porque está sentenciado desde el principio, lo conducen por la puerta trasera a la fachada norte y allí es fusilado.
En el panegírico, que citábamos antes y que tuvo el Señor Magistral en 1922 en el III centenario de la canonización de Santa Teresa de Jesús, el Siervo de Dios termina diciendo:
“Orgullosa, legítimamente orgullosa puedes estar, oh Toledo, no por ser encanto del arte y embeleso de la historia, no por haber sido el ensueño secular de romanos, visigodos, árabes y cristianos; no por haberse celebrado en tu seno aquellas inmortales asambleas político-religiosas, diplomático-teológicas, cuna de nuestra unidad católica, base de nuestra nacionalidad, pedestal de nuestra monarquía y fuente de nuestra civilización y que han pasado a la historia con el nombre de Concilios Toledanos; no por haber sido baluarte defensivo en nuestra lucha de ocho siglos; no por ser la ciudad de los reyes y de los pontífices, la sede arzobispal del gran cardenal Mendoza y de Jiménez de Cisneros; no por ofrecer a la mirada extática del artista y del creyente tus sublimes monumentos arquitectónicos-religiosos, relicarios del arte y de la fe de nuestros mayores… ¡No!, aunque estas glorias no circuncidaran tu frente de reina, el florón más preciado de tu corona sería haber albergado en tu seno varias veces, embalsamando tu ambiente con el aroma de sus virtudes, y pidiendo a tu cielo inspiración para escribir sus dos obras principales (“El camino de perfección” y “Las Moradas”), a la extática virgen avilesa, la mística Doctora, la celestial Reformadora del Carmelo”.
Pues parafraseando a este gran predicador, nosotros añadimos que incluso aunque nuestra ciudad no hubiese albergado entre sus murallas a la gran santa de Ávila, el florón más hermoso de tu corona, oh Toledo, es haber recogido la sangre de tus mártires, del clero toledano, que en aquel verano de 1936 supo engrandecerte por entregar sin miramientos su vida por Cristo, nuestro Señor, con la mirada puesta en la Virgen del Sagrario.
Enlace con Homilías del Siervo de Dios:
http://www.persecucionreligiosa.es/toledo/t_escritos.html#homilias
Bajo estas líneas, el Siervo de Dios -el cuarto por la izquierda- junto al Cardenal Segura el día de la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe.
En 1918 recibió el encargo de delegado del Sr. Cardenal en la Comisión Provincial de Monumentos. En 1920, con 34 años, obtiene la Cátedra de Teología Fundamental. Entre 19221924 ejerce de Vicario capitular, gobernador eclesiástico y delegado general de Capellanías. Siendo también Vicario General y provisor interino.
En el amplio crucero de la Catedral resonaba su voz cálida, potente, densa de doctrina, bella y elegante de forma, que enseguida alcanzó justa fama entre los toledanos como predicador consagrado. La familia conserva como auténticas reliquias algunos de sus sermones manuscritos y otros mecanografiados. De 1922, cuando el 12 de marzo, se cumple el III centenario de la canonización de la santa abulense, conservamos un panegírico a la Santa sobre el que predica:
“¡Ah!, sí, yo descubro -afirma D. José hacia la mitad del discurso- en esta serenidad de Teresa el carácter sobrenatural del apóstol; más aún, veo una prueba de la divinidad de su entusiasmo como se ve una señal inequívoca del heroísmo en el sueño apacible de un guerrero que no respira sino en el combate y sin embargo duerme tranquilo esperando el amanecer”.
Diez años después, cuando estalla la guerra en julio de 1936, los guerreros estaban dispuestos. El ejército de apóstoles, bajo la bandera de su Divina Majestad, se fue preparando poco a poco con la serenidad sobrenatural de los santos, con las armas que propone el Apóstol de la fe, de la esperanza y de la caridad, y sabedores de que, tras el martirio, vendría la victoria segura.
Por entonces, el Siervo de Dios ejerce de Canónigo Magistral de la S. I. C. P. de Toledo, profesor de Teología Fundamental en el Seminario Mayor, juez de Grados de Sagrada Teología, Derecho Canónico y Filosofía, juez Prosinodal, miembro de la Comisión de examen para la predicación, de la Junta Económica Diocesana…
Don José fue detenido el 2 de agosto en su domicilio. De carácter entero, no se doblega ante los milicianos que lo detienen.
Cuando llaman a la puerta de su casa, la señora que lo atiende quiere salvarlo y con valentía les dice que allí no está. Los marxistas no se fían y cuando comienzan a subir el primer piso, Don José les sale al paso, sin ofrecer resistencia.
-Venimos a por ti de parte del Gobernador, dice uno de ellos.
-Está bien, vamos -contesta sonriendo suavemente.
Conducido a la Diputación Provincial, donde está una de las prisiones habilitadas, no llega a entrar. Bien porque el lugar está lleno, bien porque está sentenciado desde el principio, lo conducen por la puerta trasera a la fachada norte y allí es fusilado.
En el panegírico, que citábamos antes y que tuvo el Señor Magistral en 1922 en el III centenario de la canonización de Santa Teresa de Jesús, el Siervo de Dios termina diciendo:
“Orgullosa, legítimamente orgullosa puedes estar, oh Toledo, no por ser encanto del arte y embeleso de la historia, no por haber sido el ensueño secular de romanos, visigodos, árabes y cristianos; no por haberse celebrado en tu seno aquellas inmortales asambleas político-religiosas, diplomático-teológicas, cuna de nuestra unidad católica, base de nuestra nacionalidad, pedestal de nuestra monarquía y fuente de nuestra civilización y que han pasado a la historia con el nombre de Concilios Toledanos; no por haber sido baluarte defensivo en nuestra lucha de ocho siglos; no por ser la ciudad de los reyes y de los pontífices, la sede arzobispal del gran cardenal Mendoza y de Jiménez de Cisneros; no por ofrecer a la mirada extática del artista y del creyente tus sublimes monumentos arquitectónicos-religiosos, relicarios del arte y de la fe de nuestros mayores… ¡No!, aunque estas glorias no circuncidaran tu frente de reina, el florón más preciado de tu corona sería haber albergado en tu seno varias veces, embalsamando tu ambiente con el aroma de sus virtudes, y pidiendo a tu cielo inspiración para escribir sus dos obras principales (“El camino de perfección” y “Las Moradas”), a la extática virgen avilesa, la mística Doctora, la celestial Reformadora del Carmelo”.
Pues parafraseando a este gran predicador, nosotros añadimos que incluso aunque nuestra ciudad no hubiese albergado entre sus murallas a la gran santa de Ávila, el florón más hermoso de tu corona, oh Toledo, es haber recogido la sangre de tus mártires, del clero toledano, que en aquel verano de 1936 supo engrandecerte por entregar sin miramientos su vida por Cristo, nuestro Señor, con la mirada puesta en la Virgen del Sagrario.
Enlace con Homilías del Siervo de Dios:
http://www.persecucionreligiosa.es/toledo/t_escritos.html#homilias
Bajo estas líneas, el Siervo de Dios -el cuarto por la izquierda- junto al Cardenal Segura el día de la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe.