Lerma, 19 de junio
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
EL POZO SIN BROCAL
Nunca pensé que un pozo pudiera desmontarse y volverse a montar... Resulta que el pozo de nuestro claustro estaba torcido y un poco desestructurado y quieren dejarlo bonito.
Viendo el pozo sin brocal, sólo podía pensar en el miedo: un agujero oscuro en el suelo... La priora nos ha advertido que no se nos ocurriera acercarnos, ¡es muy peligroso!
El miedo hace que “ante un peligro real o aparente te estremezcas y te paralices”. Curiosamente, el día anterior hablaba con una amiga por teléfono de esto. Ella creía que tener miedo ofendía a Dios, y le pedía perdón por ello. Yo le dije que no, que sólo si la paralizaba para dejar de hacer un bien, o si la inclinaba a hacer un mal. Pero, al hablarlo con ella, yo misma tomé conciencia de esta realidad del miedo y cuántas veces reacciono o dejo de hacerlo por no perder una amistad, o por no sufrir un dolor, o por no herir, o porque no me hieran... por no “caerme al pozo”.
Así, no encuentro otra solución que mirar a Cristo, y su libertad para “hacer la Voluntad del Padre”. Aunque ésta supuso abrazar la cruz, Él sabía que no quedaba ahí, y el miedo no le paralizó ni le hizo huir.
A veces no tenemos otra salida que afrontar una situación o una realidad que nos estremece. Son pasos como sobre los puentes frágiles y movibles encima de un barranco: no puedes pasar pensando que te vas a caer, sino mirando a la otra orilla y pregustando el gozo que tendrás al haber llegado. Además no dudes de que Jesús va contigo y te ha puesto un ángel que te cuida; tú sólo mírale a Él.
El reto de hoy es confiar y vivir atento a tantos detalles que Jesús te soluciona durante el día, intenta darte cuenta y darle gracias.
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