A mediados de febrero publicamos un post dedicado a la comunicación de la Iglesia y sobre el mismo tema vuelvo a escribir. El pasado fin de semana leí un artículo en La Gaceta de los Negocios titulado “Por qué los medios no saben informar sobre la iglesia”, que suscribo totalmente. La Iglesia es muy fácilmente criticable en los medios, debido fundamentalmente a la escasa atención que les prestamos los católicos. Es verdad que factores a tener en cuenta en cualquier comunicación con los medios, en numerosas ocasiones son obviados al comunicarnos con el mundo. Creemos que siempre hablamos con los católicos convencidos, sin tener en cuenta que el mundo entero nos escucha. De esta forma, nos convertimos en blanco fácil de periodistas ávidos de noticias con titulares impactantes y polémicos. En el artículo se describen solo tres ejemplos recientes: el revuelo en torno al levantamiento de la excomunión a los obispos tradicionalistas (incluido Williamson, que había negado las cámaras de gas); el comentario sobre los preservativos durante el viaje a África; o la afirmación de que el Vaticano vetaba a Caroline Kennedy como embajadora, desmentida por la Santa Sede. En todos los casos, los medios tergiversaron la información y, con total alevosía, atacaron duramente a la Iglesia. Esos mismos medios, cuando se trata de corregir, analizar, aclarar,…. las informaciones sobre la Iglesia, ya no ponen igual ánimo, pensando sobre todo en su integridad periodística que queda por los suelos al haber mentido descaradamente. Igualmente cierto es que la Iglesia es un estorbo para el mundo, y lo mejor es intentar minimizar su impacto en grado máximo y, ya que obligatoriamente hay que informar de algo, mejor si consiguen degradar un poquito cada día a esa Iglesia que solo dice verdades e impide a la gente hincar la rodilla ante ellos. Con ese fin exclusivo siguen manteniendo sus secciones religiosas muchos medios. De la misma manera, aquí estamos nosotros, los católicos, que debemos hacer avanzar el mundo hacia Cristo. Bien formados, y dejándonos guiar por el Señor, seremos verdaderos testigos. Eduardo Palanca