‘En Gabaón Yahvé se apareció a Salomón en sueños por la noche. Dijo Dios: ‘Pídeme lo que quieras que te dé’. Salomón dijo: ‘Concede, pues, a tu siervo, un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal’. Plugo a los ojos del Señor esta súplica de Salomón y le dijo Dios: ‘Cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes de ti ni lo habrá después’ (1ª. Reyes 3:512).
Salomón
Salomón fue el segundo de los hijos que tuvieron el rey David y Betsabé. El primero, cuyo nombre no menciona la Biblia, fue producto de un adulterio con Betsabé cuando ésta era aún la esposa de Urías, a quien el propio David envió a la muerte para poder casarse con Betsabé. El profeta Natán informó a David que Dios había ordenado la muerte de su primer hijo, precisamente porque David había ordenado la muerte de Urías.
La historia de Salomón se narra en el primer libro de Reyes y en el segundo libro de Crónicas. Salomón sucedió a su padre David hacia el 970 a.C. (1ª. Reyes 6:1) en el trono de David, a instancias de Betsabé y el profeta Natán, aún cuando David tenía otros hijos de mayor edad, habidos con otras mujeres. Salomón fue elevado al trono antes de la muerte de David, puesto que su hermanastro Adonías se había autoproclamado rey de Israel. Adonías entonces fue ejecutado por orden de Salomón, y el Sumo Sacerdote Abiatar, partidario de Adonías, fue sustituido por Sadoc.
Salomón era famoso por su sabiduría; el más sabio de todos los hombres. Su nombre llegó a ser conocido en todas las naciones de alrededor de Israel. De todos los pueblos iban personas a Jerusalén con el fin de escuchar la sabiduría de Salomón.
Un ejemplo famoso de la sabiduría de Salomón se refleja en la historia de dos mujeres, ambas prostitutas, quienes proclamaban ser la madre del mismo bebé. Ante tal caso, Salomón dijo que debían cortar al bebé en dos partes para que cada mujer tuviera una mitad. Una de las mujeres consintió esta decisión, pero la otra mujer, gritando con angustia, rogó a Salomón que no matara al niño, sino que se lo diera a la otra mujer. Salomón reconoció a esa mujer como la verdadera madre y le entregó el niño (1º Reyes 16-28).
Salomón, sus mujeres y la idolatría
‘No ha de tener muchas mujeres, cosa que podría descarriar su corazón. Tampoco deberá tener demasiada plata y oro’ (Deuteronomio 17:17)
A pesar de su sabiduría, Salomón no pudo resistir a la tentación. Muchos años antes Yahvé prohibió tener muchas mujeres y acumular plata y oro en abundancia, pero Salomón llevó a cabo lo que Yahvé había prohibido.
Salomón experimentó con vino, mujeres y riqueza, y con toda clase de estilos de vida. Construyó para sí mismo casas magníficas y acumuló plata y oro más que cualquier otro rey que hubiera vivido en Jerusalén antes que él. Salomón era famoso también por su gran harén; tenía 700 esposas y 300 concubinas. A pesar de ello, la Biblia sólo menciona un hijo: Roboam, quien nació un año antes de que Salomón llegara a ser rey.
La mezcla de alianzas matrimoniales entre las familias reales era una práctica común en el Cercano Oriente. Para consolidar el poder político de Israel en la región, Salomón contrajo matrimonio con una de las hijas del sexto faraón del Antiguo Egipto, Siamón, a quien se la llevó a Jerusalén y tuvo que permitirle practicar la idolatría a sus dioses. En la cúspide del poder, Salomón tomó esposas de entre los moabitas, amonitas, edomitas, sidonios y heteos, todas ellas adoradoras de dioses paganos, contrario a lo expresado en lo ordenado por Dios: ‘No os uniréis a ellas ni ellas a vosotros, pues de seguro arrastrarán vuestro corazón tras sus dioses’ (1. Reyes 11:2).
Pero en la segunda parte de su reinado, Salomón no sólo toleró la idolatría, sino que él mismo rindió reconocimiento a Astoret, la diosa de la fertilidad de los fenicios, conocida como Astarté entre los griegos y como Ishtar entre los babilonios. Pera el culto a Quemós, el dios de Moab, y para Moloc, el dios de los amonitas, Salomón hizo edificar un altar pagano en una montaña al este de Jerusalén, con el fin de que sus mujeres pudieran quemar incienso y ofrecer sacrificios a sus dioses.
En aquella época Salomón demostraba que ya no era un rey justo: reavivó el tema de la esclavitud con los infieles, permitió el nombramiento de sacerdotes que, en muchos casos, eran injustos, y se llenó de elementos de guerra.
Conclusión
El pecado de priorizar la obtención de riquezas, el de la acumulación de esposas, y el de la idolatría, desobedeciendo con ello lo ordenado por Dios, fue la causa de que a su muerte se dividiera el reino de Israel. Los privilegios concedidos a Judá por Salomón, hicieron crecer el descontento entre las diez tribus del norte, las más acaudaladas, donde Jeroboam se hizo eco de este descontento y se puso al frente de un levantamiento que más tarde, después de la muerte de Salomón, provocaría la separación de los reinos de Israel y de Judá.
A Salomón le sucedió su hijo Roboam, cuya madre, Naamá, era amonita. Salomón fue sepultado en Jerusalén, la ciudad de David, su padre.
Bibliografía
.- Manual de la historia judía - Simón Dubnow, 1977
.- El abecedario del judaísmo - Gabrielle Sed-Rajná, 2000
.- Grandes civilizaciones del pasado - Sarah Kochav, 2005
.- Religiones - Philip Wilkinson, 2011