Pocos son los que saben que ese museo que en cualquier ciudad del mundo justificaría por si sólo una visita a la misma y que en Madrid ha sido un verdadero desconocido hasta que terminaron las obras de su reconstrucción hace unos meses, el Museo Arqueológico Nacional, junto a maravillosas colecciones de arte íbero, romano y andalusí se exhibe también una colección muy interesante de arte faraónico.
La Colección de Antigüedades Egipcias del MAN consta de nada menos que diez mil piezas. La parte más importante de la colección proviene de la donación realizada por el Gobierno egipcio a distintos países del mundo de los hallazgos realizados en la llamada “Segunda Cachette” de Deir al Bahari en 1891 dirigida por el Servicio de Antigüedades Egipcio, un total de ciento treinta y cinco sarcófagos de sacerdotes y sacerdotisas de las dinastías XXI y XXII. Se realizaron unos lotes que se repartieron mediante sorteo, si bien no un sorteo puro sino, al modo de lo que hoy se hace en los campeonatos deportivos, mediante el sistema de “bombos diferenciados”. España no formó parte del grupo primero sino del segundo, cayéndole en suerte al Museo Arqueológico Nacional el lote numerado con el 13 compuesto de cinco sarcófagos con inscripciones pertenecientes a cuatro sacerdotes identificados, Pirusejer, Anjefenjonsu, Ihy e Ruru y un quinto anónimo, así como dos cajas funerarias una de ellas de ushbetis, pequeñas estatuas que se depositaban en la tumba del difunto hechas de fayenza, madera piedra o lapislázuli.
Unos años antes, y con motivo de la inauguración del Canal de Suez en 1869, el entonces alcalde de Madrid, Manuel María Galdo, presente en los fastos que la misma convocó, había adquirido algunas estatuillas de divinidades y una momia de Ibis que luego donaría al MAN.
En 1871, y al modo de otras como la enviada unos años antes al mando de Méndez Núñez a América que sin embargo termina en guerra con las repúblicas americanas (18641866), se organiza una expedición científica de la fragata Arapiles al mando de Juan de Dios de la Rada y Delgado, arqueólogo y conservador del Departamento de Prehistoria y Edad Antigua. En su periplo por una serie de puertos mediterráneos tanto europeos como del Medio Oriente, recala en Port Said y Alejandría, ambos en Egipto, pero los fondos de los que dispone son exiguos y apenas puede adquirir una cabeza de granito de un faraón joven de la época ptolemaica.
La parte restante de la colección del gran museo madrileño llega al museo como resultado del trabajo de españoles particulares, entre los cuales Tomás Asensi, Víctor Abargues, Eduardo Toda y Güell y el P. Francisco Roque.
Tomás Asensi, vicecónsul de España en Niza y director de Comercio de Estado, cargo que le lleva a viajar a Egipto con alguna frecuencia, adquiere algunas estatuillas de bronce, algunas momias de animales, que también se hacían, algunas esculturas en madrea y piedra y una colección de ushebtis. Una vez fallecido, en 1876 su viuda, Rosario Laiglesia, le vende la colección al MAN.
En cuanto a Víctor Abargues, era un prestigioso arquitecto que visitó Egipto antes de 1877 adquiriendo unas 200 piezas, las cuales venderá al MAN en dos partidas entre los años 1877 y 1879.
Eduardo Toda es el gran egiptólogo de la historia de España. Cónsul en El Cairo entre 1884 y 1886, en la capital egipcia entra en contacto con Gaston Maspero, director del Museo de El Cairo y del Servicio de Antigüedades Egipcio. Unico español del s. XIX que haya excavado en Egipto, en 1886 trabaja en una tumba en Luxor en la que se encuentran varios objetos de los cuales uno, la caja de ushbetis de Ja-Bejent pasa al MAN. En cuanto a su importante colección privada, un centenar de piezas pasará a la Biblioteca Museo Víctor Balaguer de Vilanova y Geltrú, y el resto, unas mil trescientas, al MAN, por adquisición en 1887.
En cuanto al P. Francisco Roque Martínez, fue párroco de la iglesia de San Francisco en Alejandría durante el primer cuarto del s. XX. Entre 1923 y 1930 va donando al MAN una colección de 300 piezas consistente en amuletos, ushbetis con inscripciones, estatuillas de divinidades de bronce, esculturas de madera, y una colección de vasos de alabastro.
Y sin más por hoy sino recomendarles que visiten el maravilloso Museo Arqueológico de Madrid, uno de los mejores del mundo en su categoría, les deseo de nuevo que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Mañana seguimos.
Para la realización de este artículo me he valido del excelente trabajo de Esther Pons Mellado titulado “El redescubrimiento de Egipto por españoles: las primeras colecciones del Museo Arqueológico Nacional”.
©L.A.
Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter @LuisAntequeraB
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(haga click en el título si desea leerlos)
De un Cristo de Miguel Angel en el Arqueológico de Madrid
El faraónico Atón ¿primer dios monoteo de la historia?
¿Auténtica la momia de Poncio Pilatos presentada ayer en el Museo de Israel?
De papiros y pergaminos: ¿la misma cosa?
Del “San Juanito”, de Ubeda, obra de Miguel Angel reducida a polvo durante la Guerra Civil
De los grandes descubrimientos papirológicos del s. XX