Don Gonzalo Galván Castillo obispo de Autlán - México, ha encabezado una marcha en contra de la violencia que azota la ciudad de Autlán. La marcha ha iniciado en la capilla del Perpetuo Socorro alrededor de las ocho y treinta de la mañana, llegando a la Catedral aproximadamente a las once, donde se ha culminado la marcha con la celebración de la santa misa en favor de la paz en Autlán.



En dicha marcha han participado más de treinta sacerdotes, cinco diáconos, cientos de religiosas y religiosos, todos los seminaristas de la diócesis, y miles de laicos entre niños, jóvenes y adultos, llegando a un aproximado de cuatro mil manifestantes.

 

Autlán una Iglesia profética que reza y se manifiesta!

 

Todas las vocaciones de la Iglesia particular de Autlán han unidos sus voces para gritar: basta de violencia, queremos paz y libertad! Dios escucha el clamor de su Pueblo que clama justicia y paz!
 

La Iglesia en esta manifestación se convierte en la voz de los sin voz, en la fuerza de los indefensos, en la valentía de los oprimidos, en la justicia de los que sufren injusticias, en el consuelo de las víctimas a causa del crimen organizado que se apodera de Autlán y de casi todo México!
 

Vocation-Net ha conversado con el sacerdote diocesano José Cruz Lópes participante de la marcha y nos ha compartido algunos sentimientos fruto de esta experiencia de manifestación a favor de la paz.

Esta experiencia me hizo recordar los narco bloqueos. Ante el grito y el silencio de mi gente que clama justicia y paz, frustración e impotencia son los primeros sentimientos.

Cuando he compartido esta realidad de violencia en nuestra ciudad con los alumnos de la escuela me han expresado que ante esta realidad ellos no pueden hacer nada! Que lamentablemente todo está podrido. He respondido interiormente que si podemos hacer algo, unir fuerzas y salir a las calles a concientizar al pueblo de esta inmerecida realidad, y de rogar a Dios por la paz y la justicia.

Ver la respuesta de mis hermanos sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, seminaristas y sobre todo de los jóvenes me han hecho recobrar la esperanza, sentir el consuelo de Dios. Me siento animado por el mismo pueblo y por mi pueblo a luchar sin escatimar!

 

Nos unimos a la marcha con esta oración: