Esos benditos frailes españoles tan denostados, autores sin embargo de tantos de los pasos que han conducido finalmente a ese gran logro de la Humanidad que son los estados del bienestar y de la asistencia social. Si hace bien poco conocíamos la obra de
Fr. Juan Gilabert, la primera persona en la historia que abre un hospital para enfermos mentales (
pinche aquí para conocer mejor al importante personaje), hablamos en este caso de
Fray Pedro Ponce de León.
Aunque no es tanto lo que se conoce sobre el fraile -su nacimiento habría tenido lugar en algún momento de la segunda década del s. XVI, quizás hacia 1513, en la localidad leonesa de Sahagún- su nombre aparece en no pocas crónicas de la época, casi una decena, de las cuales cabe destacar la que realiza
Francisco Vallés, médico de
Felipe II, en su obra
“De iis scripta sun physice in libris sacris, sive de sacra Philosphia liber singularis” (1587), donde describe parcialmente el método del monje, o la que escribe el cronista de la orden
Fr. Juan de Castañiza, que lo conoció personalmente, en su
“Historia de San Benito”, en el que habla de una obra escrita por Fr. Pedro para la enseñanza de obras y hasta de los discípulos que había conseguido.
Nuestro
Pedro toma el hábito benedictino en el monasterio de Sahagún en 1526, donde permanece varios años hasta que se traslada en momento incierto al monasterio de San Salvador de Oña, en Burgos. Precisamente, esa condición monacal habría de mostrarse crucial en la elaboración del método de
Fr. Pedro, que se valdría sin duda del sistema de signos empleados por los frailes para comunicarse en los momentos de silencio. Y todo ello en un momento histórico en el que lo primero de lo que tiene que desembarazarse nuestro monje es de la idea aristotélica predominante de que los sordomudos nativos (
“ex nativitate”) se hallaban incapacitados para el acceso a ideas abstractas.
Como quiera que sea, en 1545,
Pedro es encargado de la educación de dos niños mudos de 12 y 9 años de edad,
Francisco y
Pedro de Tovar, hijos de
Juan de Velasco, Marqués de Berlanga, si bien ni fueron los únicos a los que enseñó, ni tampoco probablemente los primeros, honor que parece recaer en un hermano converso,
Gaspar de Burgos, para ayudarle a ser monje que sin duda, le ganaría la reputación para que después se fijara en él el noble castellano. El método de desmutización ideado por
Fr. Pedro vendría a ser perfeccionado por
Manuel Ramírez de Carrión (15791652), y finalmente, divulgado por
Juan de Pablo Bonet (15731633), autor del primer tratado pedagógico conocido sobre el tema, el llamado
“Reducción de la letras y arte para enseñar a hablar a los mudos”, y ello aún de que dentro del espíritu de mostrarse como los pioneros de los métodos de enseñanza de sordomudos, ninguno de los dos hicieran referencia en momento alguno a la deuda contraída con el fraile.
Fr. Pedro Ponce de León morirá en el monasterio de San Salvador de Oña el 29 de agosto del año 1584, a una edad cercana, por lo tanto, a los setenta. La verdad es que la memoria de Fr. Pedro se ha visto perpetuada mediante monumentos en muchos lugares de España: así en Sahagún, al lado de los restos de la abadía benedictina, también en el Parque del Retiro de Madrid y en los jardines del Real-los Viveros de Valencia, éste último obra de
Salvador Octavio Vicent realizado en 1951 y colocado a petición de la
Sociedad de Sordomudos, con la siguiente inscripción:
“La Asociación valenciana de sordomudos al ilustre benedictino español fray Pedro Ponce de León (15201584) inventor del método oral puro para la enseñanza del sordomudo”. En España e Iberoamérica pero también en otros lugares del mundo, el fraile benedictino da nombre a muchos centros e instituciones relacionadas con la educación especial, y particularmente de los sordos.
Para la realización de este artículo me he valido del brillante artículo de Mª paz González Rodríguez y de Gaspar F. Calvo Población, de la Universidad de Extremadura, titulado “Ponce de León y la enseñanza de sordomudos”.
©L.A.
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