La dichosa crisis de moda. Estamos todos con el culo apretado, esperando que nos afecte lo menos posible, aunque, no sé si solo es mi caso, todavía conozco pocas personas a las que se hayan llevado por delante los dichosos ninjas, como diría Abadía. Ya han comenzado las protestas de los mal llamados “antisistema” por la reunión del G20. Es como el otro día, cuando pregunté a un estudiante amigo si estaba de acuerdo con “Bolonia”. –Por supuesto, que no- Y ¿qué haces aquí, cuando están manifestándose? –Algo tienen que hacer los que no quieren estudiar- me contestó. Y así nos va, dejando que los violentos nos representen. El G20 no sirve para nada, ni servirá para nada nunca. ¿Por qué? Muy fácil; porque las reformas que hay que hacer son tan políticamente incorrectas, que si a algún pirado se le ocurriera proponerlas, sería automáticamente expulsado de la reunión. Y digo yo: ya que no valen de nada los gobernantes del mundo, ¿por qué no lo reformamos nosotros? Si tenemos que esperar a que lo hagan otros, apañados vamos, y además es un rollo estar todo el día quejándonos ¿no?. ¿No sería mejor, en vez de esperar a que otros nos solucionen los problemas, cambiar nosotros nuestro alrededor? A mí me queda poco en mi trabajo, no sé si días, o con suerte algún mes. Y estoy dándole al coco para ver cómo cambiar las cosas, y más que las cosas, las personas que tengo alrededor. Al final, todo se reduce a lo que hemos visto en casa toda la vida: cuando había poco dinero, mi padre trabajaba más horas, y mi madre administraba el dinero hasta llegar a lo impensable. Si cada uno hacemos esto, nos va a dar igual lo que propongan nuestros dirigentes. Seguro que se ponen una medalla y salen en los medios pavoneándose, pero a mí me va a dar igual, porque sabré que he hecho lo que debía. Parece que este post no tiene que ver con los católicos, pero nada más equivocado. Lo que tenemos que hacer es portarnos como católicos de verdad, para que el mundo vea a Cristo en nosotros, y ¡habremos salido de la crisis! Eduardo Palanca