Confío en que el título de mi blog [1] te habrá llevado a entrar para ver si soy de esos curas que están atentos a todos los nombramientos dispuestos a criticarlo todo, o de esos blogeros especialistas en temas de jerarquía que buscan intrincadas conspiraciones en los nombramientos. Pues me temo que te defraudaré. Siempre he pensado que estamos demasiado centrados en quiénes son los que están “arriba” en la jerarquía, pensando que todo depende de ellos: que si el Papa es santo, todo irá bien; que si el obispo es un buen jerarca, la diócesis remontará; que si los vicarios son de tal cuerda, las parroquias se llenarán de nuevo. Creo que es un error. Quisiera concatenar algunos textos bíblicos, con la esperanza de que nos devuelvan a lo importante:

“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42).

“El que se cree seguro, que tenga cuidado, no vaya a ser que caiga” (1 Cor 10, 12).

“En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos? Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos” (Mt 18, 1 – 4).

“Jesús le dijo: Si yo quiero que éste se quede hasta que yo venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme” (Jn 21, 22).

Jesús no nos dice que estemos pendientes de lo que hacen o dejan de hacer los demás, sino de intentar ser santos nosotros: convertirnos, no estar seguros de nosotros mismos y tratar de no caer, ser como niños, seguirle. Nuestra parroquia irá mejor, no dependiendo del vicario y obispo, sino de si luchamos denodadamente por la santidad. El nivel de nuestra diócesis no debe medirse por los nombres de los vicarios u obispos, sino por la santidad de sus cristianos; y eso sí tiene relación directa con la santidad de sus pastores; pero no (sólo) de los vicarios u obispos, sino de los sacerdotes, de los diáconos, de los seminaristas.

Mientras sigamos mirando hacia fuera, y no hacia dentro, nuestra diócesis no cambiará. Mi consejo, al que le valga, es este: no te preocupes tanto por los demás, sino busca tu propia santidad, y entonces ayudarás a la Iglesia a ser como Dios la ha pensado.

 

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[1] En la diócesis de Madrid (España) han nombrado nuevos vicarios esta semana, y ese es el motivo de este blog.