Aguirre dice que asistimos a algunos intentos de negar e incluso atacar el hecho religioso. Me hace gracia cómo lo vende cada medio, según esté a favor o en contra de la Iglesia. Los contrarios al “hecho religioso” aprovechan para atacar a la Iglesia, la CEE, el Papa y demás, mientras que los favorables se dedican a vender a la Presidenta de Madrid. Aguirre se queja de que solo se ataca a los cristianos, y no al resto de confesiones religiosas. Y ya disiento del todo, porque el ataque es para los católicos por una sencilla razón: somos los únicos que no nos defendemos, más que con palabras, y de vez en cuando. Si nos defendiéramos, otro gallo cantaría, aunque habríamos dejado de ser seguidores de Cristo. De hecho, si nos atacan es que estamos haciéndolo bien. Estos días se ha creado en este blog un, a mi juicio, buen debate sobre “poner la otra mejilla”. Los católicos tenemos que aprender a poner la otra mejilla. Mi orgullo me juega malas pasadas muchas veces, pero pido al Señor que me conceda ese don. Ahora bien, también pienso que poner la otra mejilla no equivale a no decir nada, no contestar nunca, en definitiva, no hacer nada para remediar la situación. Aunque el Vaticano, por poner un ejemplo, siempre se dispone a recibir una nueva torta poniendo la otra mejilla, continúa proclamando que Cristo es Camino, Verdad y Vida. El Señor nos quiere prudentes como palomas y astutos como serpientes a la hora de proclamar a Cristo. Los católicos estamos en el mundo, pero sabiendo que no somos del mundo, y así debemos actuar con nuestra familia, en nuestro trabajo (el que lo tenga), en cada momento de nuestra vida. A mí me da igual la caña que me metan si tengo claro que Cristo es mi vida. Ahora, si no estoy seguro, es cuando me entran las dudas y empiezo a fastidiarla. Si ocurre esto, ya sé que me he retrasado, y preciso el sacramento de la reconciliación con urgencia. Aunque es una cuestión particular, me atrevo a recomendar a todo el mundo que se confiese con frecuencia; yo salgo como nuevo. Y volviendo al tema con el que comencé, me da igual que los carcas nos metan caña, solo por ser progres. Por la parte que me toca voy a seguir intentando cambiar el mundo hacia Cristo, siempre agarrado a la Iglesia. Eduardo Palanca