El domingo del Buen Pastor, el papa Francisco confirió el orden sacerdotal a 19 Diaconos de la diócesis de Roma.
Su homilía breve y sencilla aporta datos luminosos sobre la vida sacerdotal. Inicia el Papa su intervención afirmando una verdad de fe: la diferencia entre el sacerdocio común de los fieles y el Sacerdocio ministerial. El señor Jesús eligió entre sus discípulos a algunos que continuaran su misión personal de Maestro, Sacerdote y Pastor.
El Papa recuerda a los ordenandos que les corresponde, en nombre de Cristo, trasmitir la fe y la palabra de Dios que han recibido con alegría: “Recuerden a sus madres, a sus abuelas, a sus catequistas, que les han dado la palabra de Dios, la fe… ¡el don de la fe! Les han trasmitido este don de la fe. Y al leer y meditar asiduamente la Ley el Señor procuren creer lo que lo que lean, enseñar lo que crean y practicar lo que enseñan”.
A continuación el Papa señala algo importante: El Sacerdote no es el propietario de la palabra de Dios. Solo la Iglesia custodia la palabra de Dios: “Recuerden también que la Palabra de Dios no es de su propiedad, es Palabra de Dios. Y la iglesia es la que custodia la Palabra de Dios. Que su enseñanza sea alimento para el Pueblo de Dios; que su vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que, con su palabra y ejemplo, se vaya edificando la casa de Dios, que es la Iglesia”.
Centra el Papa su homilía en el aspecto santificador de Sacerdote. Primero la celebración de la Eucaristía. “Tengan presente lo que hacen e imiten lo que conmemoran, de tal manera que, al celebrar el misterio de la muerte y resurrección del Señor, se esfuercen por hacer morir en ustedes el mal y procuren caminar con Él en una vida nueva”. A este respecto les copio unas frases del Cardenal Beniamino Stela sobre el modo de celebrar del Papa: Cómo celebra la Eucaristía, con qué ardor besa el altar, con qué pasión. Es lo más profundo de la vida del Papa, su vida espiritual, su estar con Dios. Son gestos de los debemos aprender”.
Insiste el Papa en el Sacramento de la Penitencia: “Perdonen los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia por el sacramento de la Penitencia. Y hoy les pido en nombre de Cristo y de su Iglesia: Por favor, no se cansen de ser misericordiosos. A los enfermos les darán el alivio del óleo santo, y también a los ancianos: no sientan vergüenza de mostrar ternura con los ancianos”. Y luego: “Sean Pastores no funcionarios. Sean mediadores no intermediarios”. En el Regina Coeli remachaba: “En particular cuantos tienen la misión de guía en la Iglesia-sacerdotes, obispos, Papas- están llamados a asumir no la mentalidad de mánager sino la de siervo, a imitación de Jesús que, despojándose de sí mismo, nos ha salvado con su misericordia”.