Leo en un periódico conservador que
cuatro organizaciones progresistas llaman a una manifestación el domingo 29 de marzo, contra la reforma de la ley del aborto que prepara el Gobierno. Realmente, lo que quieren-desean-promueven estas organizaciones es que cambie la concepción que sobre el aborto tiene el mundo. Ciertamente, es increíble que los conservadores quieran dejar el número de abortos como está; parece que desean que el número de asesinatos continúe por la misma línea que tenemos actualmente, o quizás subir ligeramente su número, y ahí estamos los
progresistas, intentando cambiar el sistema, pretendiendo convencer a cada madre, a cada familia, a la sociedad, de la hecatombe que se nos viene encima como no cambiemos el mundo, como no seamos capaces de evolucionar en este sentido. Tenemos que reformar la sociedad. No se puede quedar en el pasado. Tenemos que persuadir a nuestros ambientes de que el hombre no tiene por qué hacer ni pensar siempre lo mismo. Los católicos somos los
verdaderos progresistas de nuestra sociedad. El mundo evoluciona pisando huevos, y ahí estamos nosotros haciendo que se mueva. Es verdad que los conservadores no están parados del todo, pero suelen tender hacia las minucias, no a lo fundamental del hombre. Tenemos un ejemplo claro en la crisis de moda; ningún político, sea del partido que sea, propone soluciones para salir adelante. Sea la izquierda, el centro o la derecha, todos están a por uvas. No digo que sea sencillo, pero pensando únicamente en lo que hemos observado todos en nuestra familia cuando éramos pequeños, trabajar más y gastar menos, ya hay algo. ¿Quién no conoce alguna persona que tuvo que dejar de estudiar porque su familia necesitaba dinero? ¿Qué persona no conoció personas con varios trabajos (trabajando en lo que sea) porque no llegaban a fin de mes? Sin embargo, sí se toman todas las molestias necesarias para meditar cómo abortar igual que ahora, pero aplaudiendo todos juntos. Insisto: los católicos estamos en el mundo para algo. El Señor nos quiere aquí y ahora para cambiarlo. Cristo es el gran progresista de la historia, y aquí estamos todos nosotros para certificar cómo nos cambia la vida cada día.
Eduardo Palanca