‘En efecto, todo cuanto fue escrito en el pasado se escribió para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza’.
Romanos 15:4
PRESENTACION
Lo que creemos determina nuestra forma de vivir, de manera que el cristiano no puede decir: ‘no tengo tiempo para la doctrina’. La doctrina no es una opción extra ya que lo que creemos afecta todo el estilo de nuestra vida.
Como cristianos somos seguidores de Cristo y vamos a hacer lo que Él nos ordena hacer. Dijo Jesús: ‘si me amáis guardaréis mis mandamientos’. Esto entraña el descubrimiento de lo que en realidad enseñó Jesús. Además exige averiguar lo que enseñaron sus apóstoles acerca de cómo explicaron su venida, muerte y resurrección, y cómo se relaciona esto con sus seguidores y con su Iglesia.
El concepto que Jesús tenía de la Biblia ha de ser el nuestro también, si es que deseamos seguirle. Será nuestra fuente de información y de inspiración, no sólo nuestra fuente de devoción, sino también de las creencias básicas que habrán de moldear nuestro carácter y nuestra vida. Es vital que establezcamos un credo, una doctrina que esté acorde con las enseñanzas de Jesús y con lo que enseña toda la Biblia.
FUENTE DE LA FE CRISTIANA
La Biblia es el relato de cómo Dios habló a una variedad de personas dentro de su situación particular, a lo largo de los siglos. Además es un registro histórico y no una tabulación sistemática de la doctrina.
De ahí que lo que enseña la Biblia sobre algún tema en particular, va tomando cuerpo a medida en que se cotejan las enseñanzas de varias partes de la Biblia hasta formar el cuadro completo. Estamos en busca de la suma total de la revelación dada en muchas y variadas maneras, tal como lo expresa el autor de la epístola a los Hebreos: ‘Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas’ (Hebreos 1:1).
ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO
Una pregunta práctica inmediata es la relación mutua de las diferentes partes de la Biblia. El Antiguo Testamento es incompleto sin el Nuevo Testamento ya que hubo una evolución en cuanto a la comprensión y la revelación que nos dio Dios. Esto significa que evidentemente el Nuevo Testamento tiene la última palabra, ya que lo que dice el Antiguo Testamento ha de verse dentro del contexto de la revelación total de Dios.
El mismo tipo de problema puede surgir también en el Nuevo Testamento. Si tratamos de construir una doctrina de la vida cristiana exclusivamente a partir de los Evangelios, encontraremos que el tema principal es la relación de los discípulos con el Maestro. Pero así perderíamos todo el resto de la enseñanza del Nuevo Testamento: la enseñanza de nuestra relación con un Salvador crucificado y resucitado.
De igual manera sería posible concentrarnos enteramente en las enseñanzas de los apóstoles, y olvidar lo que dicen los Evangelios en cuanto a los mandamientos que Jesús dio a sus discípulos durante su vida terrenal. De ahí que debemos balancear nuestra enseñanza a partir de las varias partes de la Biblia, aunque hagamos normativo el Nuevo Testamento.
También debemos cuidarnos de no sacar textos fuera de su contexto para así darles el significado que queramos. La Biblia no es una colección de verdades eternas que se puedan intercambiar sin reparo en su trasfondo y propósito original. No se puede simplemente recopilar esas verdades eternas de todas las partes de la Biblia y unirlas para formar una doctrina. El significado de una afirmación depende en parte del contexto. Debemos estar seguros de que se entienda un versículo a la luz de todo el pasaje que lo enmarca, al considerar lo que se enseña con respecto a una doctrina en particular.
PALABRAS Y FORMAS DE PENSAMIENTO
Cuando Juan le escribió a la gente de su época: ‘El Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros’ (Juan 1:14) estaba compartiendo una concepción común en cuanto a los vocablos ‘Verbo’ y ‘carne’, de manera que expresaba su mensaje en una forma en que sus lectores podían comprender.
Pero esas expresiones pueden significar algo muy distinto en el hablar moderna, de manera que no se puede elaborar una doctrina o formar una teología mediante la sola repetición de ciertas afirmaciones bíblicas sin acatar el significado de las palabras ayer y hoy. Se suma a esto la responsabilidad de re-expresar las afirmaciones, de tal manera que el sentido original sea claro y conciso para la gente de hoy. Si no podemos comprender algunos términos bíblicos, debemos tratar de encontrar otros que transmitan el sentido sin pérdida de su contenido.
Pareciera, por lo tanto, que se hace difícil usar la Biblia como fuente de nuestra doctrina cristiana. Claro que hemos de estar apercibidos de las dificultades, pero si exagerarlas.
Primero, la Biblia fue escrita para que la gente corriente la entendiera. La Biblia es lo suficientemente clara para no requerir la interposición de una casta sacerdotal para explicar sus secretos al laico sencillo, ni tampoco necesitamos una nueva generación de eruditos para desplazar a los sacerdotes para poder transmitir el mensaje esencial de la Biblia a las personas comunes y corrientes.
Segundo, existe una sabiduría acumulada de interpretación bíblica reunida a través de los siglos. Sería torpe y carente de visión si nos quedáramos con nuestras propias interpretaciones, haciendo caso omiso a los resultados de los muchos escritos bíblicos por parte de la Iglesia. Debemos verificar nuestra propia investigación a la luz de la doctrina aceptada, o de otra forma apropiarnos la doctrina aceptada verificándola en la Escritura misma.
Pero no debemos olvidar nunca que nuestra obligación es la de investigar y profundizar en los textos bíblicos, con el fin de encontrar su verdadero significado y así poder comprenderlos. De ahí que hemos de remitir lo que dice la Biblia al resto del conocimiento humano, y el resto del conocimiento humano a lo que dice la Biblia.
DE LA FE A LA BIBLIA
A Dios le podemos conocer solamente en la medida en que Él se deje conocer a sí mismo. De otra forma no tenemos medios para reconocerle. No tenemos ningún conocimiento verdadero de Jesucristo, salvo por lo que leemos en la Biblia. No podemos conocer nada del gozo de la vida y comunión en la Iglesia, a menos que recurramos a la Biblia que Dios nos ha dado, para obtener una idea de ello.
De manera que cada cristiano ha de formarse una idea clara de lo que la Biblia enseña con respecto a los grandes temas. Solamente así podrá adquirir una base cristiana para la vida, pues lo que creemos es lo que inevitablemente será expresado en nuestra vida diaria.
“Se dijeron uno a otro: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”
Lucas 24:32