Muchos, jóvenes y mayores, no tendrán más remedio que decir que no. Y si no estáis convencidos, os pongo un ejemplo.

Había un pueblo pequeño, de unos dos mil habitantes. Como era un pueblo que estaba un tanto aislado, un grupo de ladrones invadieron el pueblo y empezaron a quemar algunas casas, robando previamente todo lo que de valor tenían dentro. Los vecinos de un pueblo vecino vieron las llamas y con su alcalde al frente, fueron al pueblo asediado por los bandidos, pudieron con ellos, los prendieron y los entregaron a la autoridad, que los metió en la cárcel.

Como acción de gracias, los del pueblo asaltado ofrecieron una gran fiesta en honor de sus salvadores, finalizando la fiesta con un gran banquete. Pero la mayoría de los habitantes no asistieron. Si en el pueblo había unos dos mil habitantes, apenas asistieron unos veinte hombres, unas ciento cincuenta mujeres, apenas catorce o quince jóvenes y unos pocos niños. ¿Cómo habría que calificar el comportamiento de los que no asistieron? Y ¿por qué no asistieron? Unos se fueron a merendar con sus amigos, otros a la playa, otros de excursión, otros haciendo turismo, pero la fiesta y el banquete, prácticamente vacíos.

Y ahora es posible que me pregunte el lector ¿A qué santo nos cuenta Ud. este ejemplo? Los ejemplos sirven para aclarar algunas cosas y he contado el ejemplo porque en esta Pascua he conocido un pueblo cuyos habitantes no han tenido el detalle de celebrar la acción de gracias a Jesús por haber dado su vida en la cruz por todos nosotros, ni siquiera de asistir a la gran fiesta de la Iglesia en acción de gracias  al Padre por habernos regalado a Jesús por habernos salvado.

Con todo afecto a los lectores y a los habitantes de pueblos y ciudades para que seamos agradecidos al Señor. No acudamos sólo a pedirle sino también, sobre todo, a darle gracias por lo que ha hecho y está haciendo por nosotros.
 
José Gea
 
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