Lerma, 20 de Abril
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
ABRIR LA PUERTA
En el convento, cuando llaman al timbre, a veces tardan en ir a contestar porque en ese momento la hermana tornera está lejos.
Me admira la paciencia de muchos y la impaciencia de otros, que piensan que ha de ser instantánea la respuesta.
Alguna vez, las torneras no oyen el timbre, y los que esperan en la puerta vuelven a insistir. Ellas siempre acuden desde donde estén, lo necesario es que hayan oído llamar. A veces, cuando llegan y saludan con el "Ave María Purísima”, nadie contesta del otro lado: se han ido, no han sabido esperar.
Lo cierto es que las dos actitudes son importantes: acudir y esperar, porque así, cuando se abra la puerta, de un lado y de otro fluirá la gracia de entregar y recibir. En el torno, muy a menudo, se entabla un diálogo donde Cristo se entremezcla, y surge el anuncio y la esperanza; unas veces vuelven, incluso años después, a decir que las oraciones que pedían se vieron colmadas de gracia. Por ejemplo, hubo un chico que pidió oración porque deseaba formar una familia. Ocho años después vino a dar gracias con su mujer y sus tres hijos.
“Estoy a la puerta y llamo, si me abres entraré y comeremos juntos”. Me impresiona mucho esta Palabra de Dios porque muestra cómo depende de que yo abra la puerta para que se realice el Don de comer con Cristo. Y es que todo es gratuidad, sólo hemos de aportar el pequeño detalle de abrir, de acogerlo.
Cristo es quien llama y yo quien abre, es lo único que nos pide. Después, Él entra y pone la Cena donde le reconoceremos y miraremos hacia atrás, comprendiendo que siempre Jesús estuvo a nuestro lado en el camino.
El reto de hoy es: abre la puerta y agradece tantos dones en tu vida.
VIVE DE CRISTO
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