Lerma, 13 de abril
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
EL PAN DE CADA DÍA
El amor es de lo más original a la hora de tener detalles... Me explico: una amiga quería regalarnos algo original y, la última vez que vino, me preguntó:
-¿Cuánto pan coméis al día?
Y se puso a explicarme su intención de regalarnos el pan de cada día durante la Pascua. ¡Me dejó sin palabras! ¡Cómo me impresionó su creatividad para no repetirse! Por supuesto, ha conseguido sorprendernos a todas. Además, la monja que pide el pan lo está encargando bien variado, de muchas clases, muy rico. ¿Qué tendrá el pan que gusta tanto?
Impresiona el gesto, pero también el simbolismo. No sé si ella se ha dado cuenta, pero, así como cada día comemos el pan en la mesa del refectorio, cada día recitamos el Padrenuestro varias veces pidiendo al Señor que hoy nos dé el pan y nos lo da “hasta el extremo”: en la Eucaristía, Él mismo lo transforma en su Cuerpo para unirse a nosotros, para hacernos partícipes de su Humanidad y su Divinidad, para que “comiéndole” seamos transformados y salvados. Es el Misterio de nuestra fe, es algo tan excepcional y sencillo a la vez, que ha de hacernos caer en adoración agradecida.
Me viene a la memoria el Jueves Santo, día que celebramos la institución de la Eucaristía, en la que Cristo se nos regala: «He deseado enormemente comer esta Comida Pascual con vosotros...» Y es que quiere quedarse con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” en el Pan de cada día que se nos ofrece. ¿Cómo no nos va a gustar el pan, si somos de tierra de trigo? Y el Señor puso tantos ejemplos, tantas parábolas con el grano, la mies... Formaba parte de su vida, de tal manera que, para permanecer a nuestro lado, escogió el pan, que es accesible a todos.
Hoy el reto, no hay duda, es agradecer, servir, adorar, acompañar a Jesús y configurar con la suya nuestra entrega de Amor y por Amor en la Pascua.
VIVE DE CRISTO
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