Parece que la Iglesia Católica tiene muy superado el antiguo conflicto entre razón y fe, ciencia y religión. Baste citar desde la obra de Santo Tomás de Aquino (“toda verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo”) a las más recientes como la doctrina del Concilio Vaticano II o la encíclica “Fides et Ratio” de Juan Pablo II.
Pero no parece igualmente que esto suceda así en otros campos como en algunas congregaciones protestantes o en la cultura popular, en especial a lo que se refiere a la interpretación de la Biblia y más concretamente a los 11 primeros capítulos del Génesis sobre la creación, la aparición del hombre, el diluvio universal, la torre de Babel...
-¿Pero profesor, lo que dice la Biblia es verdad o no? ¿Dios hizo a Adán y Eva o venimos del mono como dice Darwin?.
-Para empezar, Darwin nunca dijo que el hombre viene del mono, sino que el hombre viene de un origen común con el resto de los primates. Si los monos de hoy siguieran evolucionando nunca llegarían a ser humanos...
Bueno esa es nada más que una primera explicación y sólo de un aspecto anecdótico, la pregunta necesita un desarrollo un pelín más largo.
-Veréis, la Biblia no es un libro de historia, aunque narra muchos hechos que ocurrieron realmente, ni tampoco un libro científico, aunque igualmente podemos observar en ella muchos conceptos científicos de la época en que se escribieron los distintos libros que la forman. Es sobre todo y ante todo un libro religioso, “la Biblia nos enseña cómo se va al Cielo, no cómo va el cielo”-esta cita ha sido atribuida muchas veces a San Agustín pero no lo tengo confirmado. Juan Pablo II también la hizo suya
-¿Pero entonces lo que dice es mentira?
-No, para nada, lo que dice es verdad, pero no es una verdad científica o histórica (aunque a veces sí lo sea) sino una verdad salvífica, es decir, lo que dice la Biblia es cierto para nuestra salvación.- Esta explicación los lía más que otra cosa, tengo que apurar más- Lo veréis con un ejemplo, el pueblo de Israel sabe por su propia experiencia y por inspiración divina que Dios es todopoderoso y es creador de todo lo que existe, que la principal criatura de la creación es el hombre y que todo lo demás está puesto a su servicio, esto es verdad. Lo que no tiene son los medios que poseemos en la actualidad como microscopios electrónicos o carbono 14 para explicar cómo lo hizo, por eso recurre a escribirlo como un relato, como un cuento si queréis: un día Dios hace la luz, otro el firmamento, etc. pero incluso en este relato ya vemos los primeros conocimientos científicos
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¿Y eso?
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Dice que Dios hace el cielo separando las aguas de debajo de las aguas de arriba. El autor de esta frase ha visto que hay agua arriba que cae de la lluvia y otra abajo en mares y ríos y concluye que ese agua es en realidad la misma y que Dios la ha separado. Hoy sabemos que esto es cierto, que el agua es la misma que está circulando, aunque entonces no tendrían muy claro lo de los estados de la materia o el ciclo del agua que ahora estudiáis desde los 8 años.- Parece que les llama la atención- ¿otro ejemplo?, decidme cómo explica la Biblia la creación del primer hombre.
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Dios hace una figura de barro y le sopla para que cobre vida.
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Correcto, y esto curiosamente es verdad- caras de extrañeza- no la forma sino el contenido. El que escribe esto habrá observado probablemente que cuando un cadáver se descompone se acartona y se hace polvo. Hoy la ciencia nos enseña que existe un número muy limitado de elementos que combinados en distintas formas y cantidades dan lugar a todo lo creado y en esencia nuestros elementos como el calcio, fósforo, nitrógeno... son los mismos que encontramos en la naturaleza, en la tierra. Los tenemos en la tabla periódica que estudiáis en la clase de ciencias y son apenas poco más de 100. Si me apuráis, estamos hechos de los mismos materiales que una boñiga de vaca- risas en el aula- Pero por supuesto somos mucho más que una boñiga de vaca, somos personas, hijos de Dios que poseemos vida racional, que poseemos su propio espíritu.
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Incluso-prosigo- algunas conclusiones científicas de la Biblia son erróneas, aunque en su momento resultaban del todo lógicas. Por ejemplo, tras el diluvio Dios le dice a Noé que “no tome el alma de ningún ser vivo, esto es, su sangre”. ¿Por qué pensaban esto entonces? Porque habían visto que el hombre al desangrarse moría, por lo que atribuían que el alma, como principio de vida, estaba en la sangre y como el alma es particular de cada persona no puede ser tomada de otra. Hoy sabemos que esta prohibición no tiene ningún sentido pues en la sangre hay plaquetas, glóbulos blancos y rojos, etc, pero no aparece el alma en ninguna analítica -vuelven las risas- por la sencilla razón de que el alma es inmaterial.
A la lista se añaden algunos ejemplos más que les dejan clara la idea. Otro día toca dar el paso más importante, cómo interpretar correctamente la Biblia y por qué resulta imprescindible hacerlo así para el creyente.