Siempre que podemos terminamos por quejarnos de los intentos de “los poderosos de este mundo” por recluirnos en las sacristías intentando reducir el cristianismo a la esfera de lo privado e individual, negándole cualquier carta de naturaleza comunitaria y publica. Pero el hecho de que nos veamos encerrados en las sacristías (o casi) no tiene su principal causa en el “empuje del mundo” sino en que, en el fondo, nosotros tambien estamos convencidos de ello, aun cuando esto sea así al menos de forma inconsciente en la mayoría de los casos. Benedicto XVI en su última carta encíclica, Caritas in Veritate, dice lo siguiente: “La religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política.” Este asunto, citado en el punto 56, en el capitulo quinto: “La colaboración de la familia humana” de la citada encíclica, es crucial porque, como dice el Papa, si esto no es así, es decir: si el cristianismo no tiene nada que ver con la realidad política, social, cultural, económica, científica… y aún deportiva, la encíclica solo será útil para calzar mesas cojas y el cristianismo será solo una, de entre tantas, filosofías, curiosidades y folklores de moda pero inútiles para la vida real. En el fondo nos parece lo más normal del mundo, y si no nos lo parece al menos actuamos como si tal, que la dimensión religiosa del hombre no deba aflorar: - Nos preocupa si tal o cual partido defiende la vida pero no queremos uno que se declare abiertamente cristiano - Nos preocupa y discutimos si la Carta Magna debe hacer referencia a tal o cual realidad pero hemos renunciado a que en ella se refleje la dimensión espiritual de la persona y a Dios creador - Nos preocupa atención psicológica a victimas de grandes catástrofes o atentados terroristas pero no nos importa las trabas que se ponen a su atención espiritual por medio de sacerdotes - Nos preocupa que las agencias reguladoras vigilen el cumplimiento de las reglas de mercado pero no hablamos del séptimo mandamiento ni proponemos la caridad como remedio a los males que padecemos y como norma de conducta entre los hombres - Nos preocupa que los centros comerciales abran o no en festivo pero ya no reclamamos el Día del Señor. - Nos preocupa que ….¡tantas cosas! Y si nos preocupan estas cosas no las reivindicamos públicamente y menos como pueblo (hemos perdido gravemente la conciencia de pueblo cristiano) Continua el Papa diciendo a renglón seguido: “La doctrina social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa -carta de ciudadanía- de la religión cristiana”. Esta es nuestra tarea, nuestro reto, el pensar y actuar sabiendo que cualquier construcción social que ignore la dimensión religiosa (individual y colectiva) del ser humano esta llamada al fracaso y un fracaso que siempre viene acompañado de dolor, angustia, sufrimiento y muerte (esto no es una opinión es un hecho histórico comprobable y comprobado). Por eso, llenos de ánimo, entusiasmo y alegría, sabiendo que tenemos un tesoro inconmensurable que ofrecer a nuestros hermanos debemos ser testigos de la Verdad cada uno en su puesto con: - Familias de cristianos pero tambien con familias cristianas - Cristianos en política pero tambien políticas cristianas - Cristianos en partidos pero tambien partidos cristianos - Cristianos en los medios de comunicación pero tambien medios de comunicación cristianos - Y como no, sin excluir a nadie, respetando la libertad de todos, ser cristianos en España y en Europa pero tambien aspirando, sin complejos, a una España y una Europa cristianas. Esto y no otra cosa fue lo que hicieron, en los siglos precedentes, nuestros antepasados desde Galilea hasta el estrecho de Magallanes. Germán Menéndez