Es la oración diaria que hacía, según me manifestó el buen amigo, Julio Manegat, persona de fe, periodista y escritor; primer director de la Escuela de Periodismo de Barcelona y redactor-jefe del periódico vespertino de BCN “El Noticiero Universal”, en el que colaboré durante doce años.

“¡Vacíame de mi…!”

-Arráncame “soberbias”, quítame “egoísmos”, anúlame el “amor propio”, que no caiga en la “injusticia”, ni en “odios, ni en rencores”…

-“Renuncia a tu propio cuerpo, a tu propio espíritu, a tu propio corazón, a tu propia voluntad…” enseñaba el P. Chevrier.

Y el profeta Miqueas (6,14) venía señalando hacía siglos:

- “Dentro de ti… tienes la causa de tu confusión.

“Y lléname de ti, Jesús”… Es su imitación y seguimiento.

El cardenal Newman, convertido al catolicismo, catedrático de la Universidad de Oxford y rector de la de Dublín, hoy beato, repetía casi lo mismo:

-“Jesús mío: Inúndame mi alma con tu espíritu y tu vida.

- Penetra todo mi ser y toma posesión de mí.

- Que mi vida en adelante sea una irradiación de la tuya.

- Ayúdame a esparcir tu fragancia… dondequiera que vaya.”.

-“Noverim me… Noverim Te”, repetía san Agustín, o sea:

“Que me conozca a mi... Y te conozca a Ti”.