El Evangelio de hoy nos recuerda que nada podemos sin Cristo. ¿Dónde encontrar a Cristo en el tiempo en que vivimos? Un tiempo lleno de prisas, egoísmos, conveniencias, engaños y mentiras. A veces podemos mirar a nuestro entorno y no encontrar a Cristo en ninguna parte. ¿Dónde encontrar a Cristo para que esté presente entre nosotros? “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Unidos a Cristo implica reunirnos en su Nombre junto a nuestros hermanos. Entonces daremos fruto y este fruto será abundante.
¿Por quién, si no, producimos el fruto, sino por Aquel cuya misericordia nos favorece? De aquí que añade: "Como mi Padre me amó a mí, así yo a vosotros": ved de dónde nacen nuestras buenas obras. ¿De dónde debían proceder sino de la fe, que se obra por el amor? (San Agustín In Ioannem tract., 82)
Una vid tiene una cepa que hace llegar el alimento a todos los sarmientos. La cepa envía la savia que les permite crecer y dar fruto. La cepa es Cristo, nosotros los sarmientos, las uvas, son el fruto de esta unión en una comunidad de seguidores de Cristo. ¿Nos damos fruto de la evangelización? Esto evidencia que vivimos separados entre nosotros y separados de Cristo. Esta es una de las claves que nos permite entender las carencias de la Iglesia actual. Necesitamos unirnos y generar comunidades vivas. Comunidades en las que estemos unidos en Nombre de Cristo. Estas comunidades evangelizan casi sin darse cuenta, porque dan testimonio de una vida llena de sentido y amor.
Por desgracia, la postmodernidad hace que demos gran importancia a lo poco que nos diferencia y seamos incapaces de ver todo lo que nos une. La postmodernidad nos lleva a aislarnos sin que nos demos cuenta de que esto es un suicidio espiritual. Nos lleva a una soledad en la que Cristo deja de estar presente y conformar nuestra vida. Una soledad que nos convierte en estatuas de sal, incapaces de crecer y dar fruto. Lo triste es que no nos damos cuenta de esto porque el dolor de la soledad destroza lentamente toda esperanza. Lejos de Cristo, solos y desesperados, nada podemos. Cerca de Cristo, unidos y llenos de esperanza, somos muy peligrosos para el enemigo. Por eso trabaja para alejarnos y enfrentarnos unos con otros.
La Iglesia actual está llena de grietas que supuran dolor. Grietas que son heridas que necesitan de la Gracia de Dios para sanar. El enemigo, el gran separador utiliza nuestra soberbia e intransigencia para producir situaciones diabólicas. Entiéndase diabólico desde su raíz griega: “lo que separa, desune”. Por esto es tan importante que cultivemos la sencillez como virtud que atenúa los efectos de la postmodernidad. Sencillez y docilidad a la Voluntad de Dios. Dios nos ayude, porque es imposible dar testimonio de Cristo en medio de luchas internas. Cristo oró al Padre por ello. Sabía que era uno de los puntos claves del camino de salvación de nuestro ser. En esta oración se evidencia la importancia de volver a ser sarmientos unidos a la única y verdadera Vid:
Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (Jn 17, 20-21)