El Papa Francisco, en la catequesis de este pasado miércoles, nos ha exhortado a orar por el Sínodo de la Familia y dejarnos de habladurías: “Les pido que por favor no hagan faltar su oración. Todos - el Papa, Cardenales, Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos - todos estamos llamados a rezar por el Sínodo. De esto hay necesidad, ¡no de habladurías!”
Hace pocos días, un grupo de cerca de 500 sacerdotes de Inglaterra y Gales se reunieron para solicitar al Sínodo de la Familia que mantenga firme la doctrina y la práctica respecto de la comunión de las personas divorciadas y vueltas a casar:
“Deseamos, como sacerdotes católicos, que volver a afirmar nuestra fidelidad inquebrantable a las doctrinas tradicionales sobre el matrimonio y el verdadero significado de la sexualidad humana, fundada en la Palabra de Dios y enseñada por el Magisterio de la Iglesia durante dos milenios”
El cardenal Nichols, arzobispo de Westminster y Primado de Inglaterra y Gales, no le ha parecido conveniente que este grupo de sacerdotes se exprese de forma conjunta, a través de los medios.
Son muchas las declaraciones en prensa, que hacen cardenales, obispos, sacerdotes y laicos, instando al Sínodo a cambiar la doctrina o separar doctrina y pastoral de forma definitiva. En unas recientes declaraciones el Cardenal Kasper nos llama a orar por el Sínodo porque hay “una batalla en curso”. No dejemos pasar lo que significa la triste y paradógica visión de una batalla dentro de la Iglesia. En diversos portales digitales de sesgo progresista se llama a un tipo de lucha peculiar: la batalla de los medios. Tras el Concilio Vaticano II, el llamado “espíritu del concilio” se gestó a partir de los medios de comunicación.
Tampoco ayudan las declaraciones del Cardenal Marx, indicando que la Iglesia Católica alemana no es una filial de la Iglesia de Roma y que tomará sus decisiones al margen del Sínodo. Habría que recordar que hablar de amor filial es lo que permite que todas las Iglesias locales estén en comunión, entre sí y con la Iglesia romana. Si no se es filial con las demás Iglesias, se rompe la unidad que nos da consistencia y coherencia como Iglesia.
Es interesante darnos cuenta de lo importante que es orar. La oración nos permite llevar a Dios nuestras inquietudes y necesidades. También nos permite comunicarnos entre nosotros, a través de la Comunión de los Santos. Pero la oración no puede ser una instancia única y pasiva. También es necesario reflexionar y actuar, tal como San Benito propone y San Ignacio de Loyola subraya. No se trata de actuar a lo loco, sino actuar dejándose llevar por el Espíritu y la Voluntad de Dios. Para que el enemigo no nos engañe, es necesario tener claro qué papel al que somos dentro de la Iglesia.
Así, pues, Dios, que es luz, ilumina por sí mismo las mentes piadosas para que entiendan las cosas divinas que se dicen o muestran. Pero si para ello usa del ministerio de un ángel, puede también el ángel hacer algo en la mente del hombre para que perciba la luz de Dios, y por ella entienda. Pero se dice que da entendimiento al hombre y, por decirlo así, que le intelectualiza, a la manera que se dice que alguno da luz a la casa o que la ilumina al abrir una ventana, sin que él penetre y la ilumine con su luz, sino que abre el paso por el cual penetra la luz y es iluminada la casa. (San Agustín. Comentario al Salmo 118, XVIII, 4)
Al orar por el Sínodo, además de pedir al Señor que ilumine a los Padres Sinodales, tendríamos que solicitarle entendimiento para saber qué es lo que podemos hacer con nuestras humildes manos y presencia. No tenemos que desestimar las oportunidades de dar testimonio de la Verdad. Dar testimonio es llevar a Cristo a quienes no le conocen. Si este testimonio se realiza a través de los mismos medios que otros utilizan en su beneficio, bendito sea el Señor que nos regala herramientas para hacer su Voluntad.
Ahora, tal como indica el Papa Francisco, no se trata de llevar a los demás habladurías o las bien vistas deconstrucciones eclesiales de moda. Si nos dedicamos a preparar el ánimo para una batalla, mal vamos. El ánimo debe ser constructivo y positivo, ya que el Espíritu actúa más allá de los disgustos de unos y otros por que se dé testimonio contrario a sus ideas. El testimonio nunca está de más, por lo que agradezco a este grupo de sacerdotes de Inglaterra y Gales la valentía y la sinceridad con la que han actuado.