‘Llora que llora por la noche, y las lágrimas surcan sus mejillas’ (Lamentaciones 1:2)
INTRODUCCION
El libro de las Lamentaciones está formado por cinco cantos, en su mayoría fúnebres, con un tema central: la destrucción de Jerusalén y del Templo.
AUTOR Y EPOCA
¿Por qué se atribuyó el libro de Lamentaciones a Jeremías? En primer lugar por el siguiente texto bíblico: ‘Jeremías compuso una elegía sobre Josías, y todos los cantores y cantoras hablan todavía hoy de Josías en sus elegías, lo cual se ha hecho costumbre en Israel. Están escrutas entre las Lamentaciones’ (2ª. Crónicas 35:25).
Pero también se han aducido otras razones: en efecto, el profeta Jeremías anunció repetidas veces la destrucción de Jerusalén y del Templo, lo cual le creó fama de agorero de desgracias, lo cual el propio Jeremías reconoció cuando dijo: ‘Pues cada vez que hablo es para clamar: ¡Atropello!, y para gritar: ¡Expolio!. La palabra de Yahvé ha sido para mí oprobio y befa cotidiana’ (Jeremías 29:8). ¿Quién mejor que él para garantizar el valor religioso de esos lamentos que la comunidad entonaba anualmente?
Sin embargo no hay argumentos críticos que avalen a Jeremías como autor del libro de Lamentaciones ya que no se le menciona, ni siquiera indirectamente, en dicho libro. Además él vivió muy poco tiempo en Palestina tras la destrucción de Jerusalén.
Si el libro de las Lamentaciones fuera obra suya no se comprende por qué no formaron parte de su libro profético en el que coexiste material muy variado. Finalmente, no resulta clarea la unidad de autor de todas las lamentaciones, y la quinta está suponiendo una cierta duración del exilio. Resulta más exacto considerarlas como una antología de cantos, de autor anónimo, cuya unidad temática y uso litúrgico común facilitó su conservación en un ‘meguillá’.
En cuanto a la época de su composición, los autores coinciden en señalar el período en que Jerusalén quedó destruida (587-538 a.C.). La quinta lamentación supone una cierta duración del exilio, tanto por la situación que describe, como por la serenidad del dolor. La vivencia personal del desastre y la profundidad de la amargura permite suponer que fueron compuestas en Palestina.
EL LIBRO DE LAS LAMENTACIONES
En la Biblia hebrea el libro de las Lamentaciones se encuentra en la tercera parte del canon, denominada ‘escritos’. Es uno de los cinco ‘rollos’ o ‘meguillot’ que se leían en la liturgia sinagogal en diferentes fechas. Las Lamentaciones se leían con motivo de un ayuno anual, el 9 del mes de Ab, en recuerdo de la destrucción del Templo.
La Biblia griega atribuyó este libro a Jeremías y lo introdujo en la sección profética, junto con el de Baruc. En la Biblia latina, la Vulgata, las Lamentaciones separan los libros de Jeremías y de Baruc.
Las lamentaciones primera, segunda y cuarta son lamentos colectivos, y al texto anteponen el título de ‘Lamentación’. La quinta convierte el lamento en oración comunitaria, mientras que la tercera recuerda en su tono individual las confesiones de Jeremías y los lamentos de Job. Ciertos rasgos temáticos y formales mantienen una cierta unidad del conjunto.
CLAVES TEOLOGICAS
Lo que parecía imposible ha sucedido: Jerusalén ha sido conquistada, el Templo destruido, y el pueblo conducido al destierro. En ocasiones anteriores Dios había intervenido en favor de su pueblo, entonces, ¿es que ahora ha fallado el Señor? No ha fallado, lo que ocurre es que Él se ha puesto en contra de su pueblo. Los profetas, entre ellos Jeremías, habían anunciado el desastre causado por el pecado y la obstinación del pueblo. No cabe conspirar ni pedir ayuda.
¿No existe ya esperanza? Sólo cabe presentar al Señor la dolorosa realidad, aceptarla como castigo, y confiar en su poder y misericordia. La realidad provoca el llanto, la confianza en el Señor eterno y la oración confiada. No se trata de meros desahogos sentimentales. Desde lo hondo del sufrimiento y de la angustia, saciado de sarcasmos y desprecios, el autor pone los ojos en el Señor. Este es el trasfondo común a las cinco lamentaciones.
No cabe duda de que el problema del dolor será siempre la piedra de escándalo de las religiones monoteístas. Al no disponer de una figura divina a quien poder implantar el origen del mal, el único Dios queda a veces manchado por el dolor del pueblo. La confesión bíblica es sencilla y compleja a la vez; defiende siempre la bondad del Señor.
A veces el Señor prueba a su pueblo con alguna desgracia, pero cuando el mal es muy profundo y Dios mismo parece ser el enemigo, el pueblo confiesa que el Señor tiene razón, que es inocente al castigar el pecado generalizado. Esta confesión permite la esperanza de futuro; el Dios bueno volverá a salvar.
SU INTERPRETACION
Para leer el libro de las Lamentaciones debemos trascender la imagen de la destrucción material de una ciudad, e incluso de un pueblo. Es evidente el dolor de una guerra o de una destrucción por accidente, pero Jerusalén es algo más que piedras colocadas artísticamente, o cobijo del pueblo al que pertenece el poeta; incluso más que la sede de las esperanzas históricas de un pueblo.
Jerusalén es la sede de las promesas de Dios, de su presencia y de su justicia. La destrucción es la ruptura de toda la fe acumulada durante siglos. Todos los que sabemos esperar y confiar en la actuación de Dios y que hemos reconocido su salvación en la historia del mundo, podemos vislumbrar los efectos de la crisis de fe que se produce cuando el transcurso del tiempo altera aquellas realidades en las que leíamos la presencia de Dios. En este momento histórico de cambios acelerados en imperios y naciones, nos resulta más fácil entender la problemática.
La comparación que Jesús establece entre su Cuerpo y el Templo facilita el uso cristiano de las Lamentaciones durante la Semana Santa, y nos da la clave de la lectura cristiana de las mismas: las Lamentaciones son un cato adolorido de la fe ante la imagen del crucificado y ante los crucificados de la historia que produce nuestro propio pecado. Las imágenes históricas utilizadas tienen fácil traducción en la situación de millones de hombre y mujeres que pertenecen con nosotros a la única familia del Dios vivo.
BIBLIOGRAFIA
1.- Lamentaciones - Comentario bíblico San Jerónimo - G. Wood.
2.- Lamentaciones - Biblia comentada - M. García Cordero.
3.- Lamentaciones - Introducción crítica al Antiguo Testamento - H. Lusseau.