La foto adjunta presenta una numerosa evidencia de las casas de campo, que en este término municipal se denominan caserías. Al fondo se muestra orgullosa la catedral de Jaén.
Por todos estos andurriales caminó un cura llamado don Mauro Viñé Moneo, originario de tierras burgalesas, quien fue párroco de la localidad de Chilluévar, cerca del pueblo de Cazorla.
En la última parte de su vida fue trasladado a Jaén, siendo nombrado capellán del hospital del Neveral, célebre, entonces, por su especialidad en las enfermedades del tórax.
En los largos días de primavera, ahora que hemos entrado en ella, don Mauro era un andarín nato, envuelto en su sotana, con una figura enjuta, conoció los nombres de las caserías del campo jaenero, así como a sus gentes rústicas y contempló los mares de olivos que rodean la ciudad.
Tanto entró don Mauro en ese mundo rural del Jaén de aquellos años, que escribió un artículo en la prensa local dando a conocer sus investigaciones de campo sobre el campo del término municipal. Esa aportación a la historia pequeña de un Jaén pueblerino lo recorté, lo guardé, pero en una mala hora lo perdí, sin querer hacerlo adrede.
Descanse en paz, don Mauro, aquel castellano delgado, enamorado de Jaén, sus tierras y sus gentes.