De todos es sabido…, que las tres virtudes fundamentales para nuestra vida espiritual, son las llamadas virtudes teologales, que son la fe, la esperanza y la caridad o amor, sin la posesión de las cuales, es imposible alcanzar la vida eterna. ¿Acaso, puede alguien amar a Dios, si se carece de fe en su existencia? Las tres virtudes teologales tienen una notoria característica, y es que las tres aumentan o disminuyen su presencia en el alma humana al unísono. No podemos amar a Dios, si no creemos en su existencia, y mucho menos esperar algo, de alguien que no creemos que exista. No sucede esto con el resto de virtudes, una persona puede ser muy prudente pero carecer de justicia o de templanza.
El Catecismo de nuestra Iglesia en su parágrafo 1813, nos dice que: “Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (1Co 13,13)”. La importancia de las tres virtudes teologales, las pone de manifiesto: “San Juan de la Cruz, cantaba siempre la misma canción; la de creer, esperar y amar. Porque él estaba convencido, de que esto es, lo que lleva al hombre a la unión con Dios”. Santo Tomás de Aquino, define la vida cristiana de esta manera: es la gracia que se desarrolla en el amor, en la fe, en la esperanza. El cristiano es el que vive de fe de esperanza y de amor sabiendo que todo esto proviene de la gracia.
De las tres virtudes, todos los santos, teólogos, tratadistas y exégetas, de las virtudes que más se ocupan, son de la fe y de la caridad. De la primera, de ellas, de la fe, ella es la gran protagonista durante nuestro periodo de vida terrenal, porque si carecemos de ella, mentalmente se derrumban de inmediato la posibilidad de tener esperanza y amor a Dios. Después, una vez que hayamos sido llamados a la casa del Padre, la fe se nos convertirá en evidencia cuando alcancemos la gloria de contemplar el rostro de Dios. El amor siempre subsistirá, aquí abajo en la tierra y en el cielo. “8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. 9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía 10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño. 12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido. 13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad”. (1Cor 13,8-13).
Pero la esperanza, aunque crece y decrece al unísono de sus dos compañeras, es un poco la cenicienta de las tres, entre otras razones, porque mucho se ha escrito sobre la fe y sobre el amor, pero poco sobre la esperanza. Y sin embargo es una bella virtud, que nos facilita nuestros sueños espirituales, es de las tres virtudes la que más nos fomenta nuestra imaginación espiritual. La fe ve lo que ya existe; la esperanza dice lo que va a venir; la caridad ama lo que es, la esperanza de lo que vendrá.
La esperanza apoyada en la fe y en la confianza en Dios, es nuestro gran remedio para el temido trance de la muerte. Porque si tenemos una absoluta fe y confianza en las palabras del Señor, hemos de pensar que lo que nos espera, es infinitamente mejor que lo que ahora tenemos aquí abajo… ¿Entonces porque tememos a la muerte que es la que nos abrirá las puertas de nuestra eterna felicidad? La respuesta a este porqué, es fácil y se llama apego a las cosas de este mundo.
El Señor dejó dicho: “Si alguno no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo”. (Lc 14,33). Si queremos fomentar nuestra esperanza para alcanzar la vida eterna, tendremos que no olvidar de las palabras del Señor, cuando nos dejó dicho: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”. (Mt 6, 33). El fomento por nuestra parte, de la virtud de la esperanza, nos puede ayudar mucho en alcanzar lo que deseamos alcanzar. Los apegos humanos y mundanos, nos atan y nos impiden acudir a la llamada de nuestra esperanza. Nosotros somos como un barco amarrado al muelle por gruesos calabrotes, si no cortamos esos calabrotes que nos atan al muelle, jamás podremos navegar en aguas libres hacia la unión con el Señor.
Es San Juan de la Cruz precisamente uno de los Santos que más se ha ocupado en sus escritos del apego y desapego humano, y él también toma otro parangón, para expresar, la necesidad que tenemos de cortar amarras. “Da lo mismo que un pájaro esté atado a un hilo delgado que a uno grueso si no lo rompe para volar. Cierto que el delgado es más fácil de romper; pero por fácil que sea, si no lo rompe no volará. Así es el alma que está apegada a alguna cosa, que por mucha virtud que tenga no llegará a la libertad de la divina unión”. “El alma no puede gozar de la unión divina si no se purifica de los afectos a las cosas”.
Los apegos no solo pueden referirse a los bienes materiales, sino también a las personas que nos rodean, y en relación a este apego señala San Juan de la Cruz, es que a lo que uno ha de renunciar, por encima de todo, no es a las criaturas como tales, sino a su propia voluntad en relación con dichas criaturas.
Cristo nos da ejemplo de saber renunciar y así San Pablo nos dice: “4 Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.5 Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. 6 El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: 7 al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, 8 se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de Cruz.” (Ef 2,7). No hay otra manera para llegar al Padre, si no es por el camino de Kénosis, de anonadamiento y despojo.
Para San Juan de la Cruz: “Es necesario que el camino y subida hacia Dios sea un continuo cuidado de acallar y mortificar los apetitos. Y con la rapidez que se alcance este objetivo llegará el hombre a Dios. Pero mientras no los destruya jamás llegará, aunque practique muchas virtudes porque le falta conseguirlas con perfección. La cual consiste en tener el alma desnuda y vacía y purificada de todo apetito”.
Escribe Nemeck F. K. y Coombs M. T. “A fuerza de asimientos y desasimientos sucesivos es como Dios va emergiendo para nosotros, la lucha no es sencilla, y es aquí donde la virtud de la esperanza nos ayudará a ir suprimiendo deseos y apetitos que nos amarran al muelle de este mundo. Pero al dejarnos despojar hasta los tuétanos de todo y de todos, nos vemos forzados a luchar a brazo partido con el tema de la confianza... Naturalmente que en todo este desasimiento no atemoriza el factor desconocido y por algún tiempo no sabemos muy bien de quien fiarnos y hasta donde”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
- Libro. CONVERSACIONES CON MI ÁNGEL.- www.readontime.com/isbn=9788461179190
- Libro. DEL MÁS ACÁ AL MÁS ALLÁ.- www.readontime.com/isbn=9788461154913
- Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107
- Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461557097.
- Libro. VIDA DE NUESTRA ALMA.- http://www.readontim.com/ISBN=9788461266364
- 046l.- El juego y la fuerza de las tres virtudes 31-08-09
- 592m.- Colores en las virtudes teologales 28-08-12
- 877j.- Tener fe, confiar en el Señor y amar su voluntad 20-03-14
- 939m.- Fe, esperanza y amor 22-07-14
- 034d.- Virtudes teologales. La Caridad 02-08-09
- 033v.- Virtudes teologales. La Esperanza 31-07-09
- 209s.- ¿Vivimos esperanzados? 24-07-10
- 332d.- ¿Tenemos desesperanza? 27-03-11
- 556d.- La menos practicada de las virtudes 17-06-12
- 945d.- Fomento de nuestra esperanza 15-01-00
La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.
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