Leo en ABC de hace ya unos días que un grupo de defensa de los derechos de los homosexuales ha anunciado su intención de abrir de aquí a tres años la primera escuela del Reino Unido exclusiva para alumnos de la comunidad lesbiana, gay, bisexual y transgénero, un centro con cuarenta plazas en Manchester.
El estudio de viabilidad del proyecto, con un coste de 63.000 libras (88.000 euros), ha sido subvencionado por el Departamento de Comunidades y Gobierno Local. El año de curso en la escuela tendría un costo de 16.000 libras, unos 23.000 euros al cambio para que se hagan Vds. una idea, costeados asimismo por el gobierno. Según asegura la noticia,
“el Consejo de Europa ha dado la bienvenida a las noticia en su Twitter diciendo este proyecto ayuda a ‘luchar contra el fanatismo’”.
La verdad es que la iniciativa es absurda de principio a fin. La primera cuestión que me viene a la cabeza es la acogida que habría tenido si, en lugar de ser para crear un centro que sólo acoja a homosexuales (que en consecuencia excluya a los heterosexuales), hubiera sido para crear un centro que sólo acoja a heterosexuales (excluyendo, en consecuencia, a homosexuales). ¿Se lo imaginan Vds.? La cuestión se habría sustanciado no precisamente con una subvención, sino con varias multas, probablemente cuantiosas, cuando no con alguna detención... y ello por no hablar de la campaña de prensa en contra de la persona o institución a la que se le hubiera ocurrido la idea -y si hay un cura detrás ni les cuento-, suficiente para provocar su muerte civil y su completa incapacitación mercantil.
Que todo ello sea así parte del
principio de sobrelegitimación que consagra para unos grupos humanos sobre otros la
sociedad de la discriminación (que se califica con el oximorónico “positiva” para poder justificarla) en la que con tanto empeño se emplea este siglo 21 desnortado, y por virtud de la cual, unos colectivos se pueden permitir ideas, expresiones, actitudes, comportamientos y hasta agresiones frente a otros de los que éstos no pueden ni defenderse, so pena de ser severamente castigados... y todo ello, por mor de una suerte de
culpa histórica que alguien ha cargado sobre ellos, consagrando de este modo la superioridad moral de unos grupos sobre otros: así, se hallan
sobrelegitimadas las mujeres sobre los hombres, los homosexuales sobre los heterosexuales, los jóvenes sobre los adultos, los laicos sobre los clérigos, los negros sobre los blancos, o, en el caso concreto de España, la izquierda sobre la derecha, y los nacionalistas sobre los no nacionalistas, propiciando una insoportable asimetría en el discurso, en el comportamiento y a nivel legal, que ya hemos tenido ocasión de analizar en estas líneas (
pinche aquí para conocer lo que decíamos), y produciendo, finalmente, una auténtica
sociedad de la discriminación que, en el colmo del retruécano, se pasa el día presumiendo de igualitaria (dime de qué presumes y te diré de qué careces).
En segundo lugar, me cuesta creer, -es más, objeto absolutamente-, que la integración de las personas que en algún momento de su vida (o en toda) se hayan podido sentir o conducir como homosexuales pase por la segregación en ghettos como el que la presente escuela propone crear. Antes al contrario, me parece exactamente lo que no hay que hacer. Algo en lo que creo que, analizado con honestidad intelectual, hasta podría estar de acuerdo un porcentaje bastante importante de la propia comunidad homosexual.
En tercer lugar, me pregunto qué es un homosexual y qué no lo es como para que un centro llamado a acoger niños de 10, 12, 14 años (si no incluso menores) se halle en situación de determinar qué dichos niños reúnen las condiciones para entrar en él y qué niños no. Y si de lo que se trata es de acoger a niños que provienen de "familias homosexuales", quién, entonces, se arroga el derecho de decidir la entera educación de ese niño por el solo hecho de tener esa clase de padres, y si hay derecho a segregar a ese niño de la sociedad que le rodea por el solo motivo de que las personas que lo adoptaron de acuerdo con una ley que no es objeto de este artículo comentar, sean las dos del mismo sexo.
Lo cual no es sino una derivada más de ese error de base de la ideología de género consistente en presentar la homosexualidad como una condición natal, genética, inmutable de la persona,
como si del tercer sexo se tratara, y no como lo que verdaderamente es, a saber, una conducta, un comportamiento, cuyas derivadas éticas no importan a los efectos de este artículo, pero que, en cuanto tal comportamiento, se somete a todas las variables a las que se someten los comportamientos humanos, y es, desde luego, o puede ser, eventual y reversible, en ningún caso ni esencial ni identitaria.
En fin amigos, esto es lo que hay. Una sociedad cada vez menos igualitaria, cada vez más discriminante, en la que unos, por el solo hecho de gozar de la benevolencia de las corrientes de lo políticamente correcto, se pueden permitir presentar y hasta se les subvenciona con el dinero de todos, también el de los que no piensan como ellos, cualquier idiotez que se le pase por la cabeza, mientras que cuando esa misma idea la tiene el colectivo cargado con la
culpa histórica de la que hablamos arriba, de subvención ni hablamos, y de multa ya veremos. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos y que tengan también un feliz domingo. Mañana más. Ya saben, en la columna.
©L.A.
Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es.
En Twitter @LuisAntequeraB
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(puede hacer click sobre ellos si desea leerlos)
Del psicólogo italiano sancionado por ayudar a un homosexual
Señores de Gmail repitan conmigo: “no existen más que dos sexos y esos dos sexos son hombre y mujer”
Niños de primera y niños de segunda, según los asesine su padre o su madre
¿De verdad es lo mismo luchar por la dignidad de los gays que por el matrimonio homosexual?
De la asimetría en el discurso imperante en España
Del hijo de dos lesbianas bautizado por el Arzobispo de Córdoba