Me lo acaban de confirmar. Él mismo lo ha dicho en un curso de verano de la Universidad Rey Juan Carlos de Aranjuez. Don Manuel Monteiro de Castro deja de ser Nuncio apostólico en España. Roma lo llama como secretario de la Congregación de Obispos en el Vaticano. Adiós, don Manuel. El representante de la Santa Sede deja la embajada decana en España después de nueve años, en los que ha habido de todo: nombramientos buenos, malos, raros y, sobre todo, lentos. Es mejor proponiendo obispos que administrando diócesis, porque hay algunas sedes que llevan demasiado tiempo sin pastor, y eso provoca grandes déficits en la vida de los fieles. Muchos más de lo que algunos creen. Esperemos, por el bien de nuestra Iglesia, que el próximo nuntium no tuerza la senda ya iniciada con los Demetrio, Zornoza, Munilla, Sanz, Berzosa o Palazuelos. Que serán los verdaderos referentes de la Iglesia española de los próximos años, aunque otros apuesten por caballos que nunca han ganado una carrera, por más que lleven años en liza. Y, sobre todo, esperemos que el tiempo que transcurra desde que don Manuel se marche hasta que el próximo embajador vaticano se haga con las riendas de la nunciatura, no suponga una demora aún mayor para diócesis que necesitan, como el comer, que a su obispo se le acepte la renuncia o que el administrador apostólico o diocesano sea sustituido por un prelado titular. Una sede que ha de estar bajo la tutela de un sucesor de los apóstoles no merece ser privada de tal guía sólo por cuestiones burocratico administrativas. José Antonio Méndez